Trueno

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Abrazaste tus rodillas con más fuerza contra tu pecho al escuchar el fuerte estruendo del trueno golpear de nuevo.

Hasta ahora ha sido una noche terrible. Tener que lidiar con tu miedo a los truenos siempre es bastante difícil de manejar cuando alguien está contigo.

Pero en este momento, estás acurrucada en la cama sola, y eso hace que sea aún más abrumador para ti.

El lado de la cama de Lisa ha estado vacío en su mayor parte, aparte de la hora más o menos que pasaste acurrucada en el antes de que comenzara la tormenta.

Ya no basta con consolarte.

Respirar su aroma en su almohada y acurrucarse de ese lado solo te recordó que ella no está allí para abrazarte.

Tuvieron una pelea hace un par de horas. Mirando hacia atrás, era tonto y sin sentido.

Pero en ese momento, ambas estaban frustradas y parecía ser un problema mucho mayor que ahora.

Todavía recuerdas el segundo en el que subiste las escaleras y le gritaste que podía dormir en el sofá esta noche y, en su momento de ira, accedió tristemente.

Ahí es donde ella todavía está ahora.

Trataste de encontrar consuelo por ti misma para no tener que tragarte tu orgullo al bajar las escaleras, ya que no eres muy buena en eso.

Te cambiaste a una de sus sudaderas con capucha y te acurrucaste en su lado de la cama, donde cerraste los ojos con fuerza mientras apoyabas la mejilla en la almohada para respirar su aroma y consolarte.

Pero el trueno solo se hizo más intenso y no podías ignorar la ansiedad que sentías y nada iba a ayudar a quitar eso excepto Lisa.

Así que dejaste escapar un lento pero pesado suspiro y decidiste que estarías dispuesta a pedirle perdón a tu chica mil veces si eso significaba que te abrazaría fuerte para mantenerte a salvo de la tormenta que azotaba afuera.

Te levantaste de la cama y bajaste las escaleras y, para tu sorpresa, las luces estaban encendidas y Lisa estaba sentada en el sofá con la cabeza entre las manos.

El sonido del suelo crujiendo bajo tus pies la hizo levantar la cabeza y, a pesar de la pelea que compartieron no hace mucho, verte acercándote a ella le hizo sonreír.

—Pensé que estarías durmiendo—. Murmuraste.

—No podía dormir. Estaba a punto de subir. Sé cuánto miedo le tienes a los truenos.

No dijiste una palabra mientras te sentabas en su regazo y le rodeabas el cuello con los brazos.

Enterrando tu rostro en su cuello, encontraste consuelo en su cálido abrazo y reconfortante aroma.

Es el mismo aroma que el de su almohada y el de la sudadera con capucha que tenías tú.

Pero fue mejor. Era más intenso y más reconfortante y era todo lo que necesitabas ya que todavía sentías mucho miedo de los truenos afuera.

Cerró los ojos y puso su cabeza sobre la tuya mientras te rodeaba con sus brazos, sosteniéndote lo más cerca que podía.

—Lo siento—. Suspiraste. —Lamento mucho esa pelea. Fue estúpido y me siento muy mal por eso.

—T/n, también peleé contigo. También dije cosas que no debía—. Dijo mientras frotaba tu espalda reconfortantemente. —No fue tan malo. Ambas tuvimos un día difícil y exageramos las cosas y dijimos algunas estupideces. Pero todo quedó atrás. ¿De acuerdo?

—De acuerdo—. Tu estuviste de acuerdo.

—Así que relájate. Te tengo ahora, estoy aquí.

Saltaste ante el sonido del trueno nuevamente, sacudiendo la casa debido a lo intenso que era.

—Shh, cariño—. Susurró. —Está bien. Estás sana y salva. Estoy aquí contigo.

Agarraste su camisa en tu mano, un tembloroso aliento salió de tus labios, abanicándose contra su piel.

—Sé que tienes miedo, pero es afuera, mi amor. Estamos aquí adentro, acogedoras y cálidas mientras nos abrazamos. Nada puede pasarte cuando te estoy abrazando.

Abriste los ojos, esbozando una pequeña sonrisa antes de besar su hombro.

—¿Podemos no pelear de nuevo?

Eso era inevitable

En cada relación, cada pareja tiene su parte justa de peleas.

Pero no tendrían más peleas por bastante tiempo.

Lisa quería lo mismo que tú.

—Está bien—. Ella sonrió. —Te amo tanto, T/n. Estás a salvo conmigo. Solo sigue aferrándote y yo me aferraré a ti. Te prometo que no te dejaré ir.

Encontraste consuelo en su toque y su suave voz en tu oído mientras te sostenía en sus cálidos y seguros brazos.

Ella no iba a dejarte ir.

Ella te ama demasiado y ahora necesitas consuelo y ella felizmente te lo dará.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora