Pierdes tu anillo de bodas

339 18 0
                                    

—¿A donde se fué?—. Te quejaste mientras sacabas todo desesperadamente de la cama para sacudirla.

Tenías la esperanza de que en algún lugar de las sábanas o las mantas estuviera lo que estabas tratando de encontrar, con la esperanza de escucharlo caer sobre el piso de madera cuando las sacudieras.

Pero, para tu consternación, después de sacudirlos a todos, tu anillo no se encontraba por ningún lado.

Maldijiste por lo bajo y pensaste en revisar si tu anillo se cayó debajo de la cama o entre la pequeña grieta entre la cama y tu mesita de noche.

Pero escuchaste a Lisa aclararse la garganta desde la puerta justo cuando te arrodillabas en el piso del dormitorio.

Te giraste para mirarla, tratando de ocultar tu nerviosismo detrás de una sonrisa forzada.

—Hola, cariño—. Saludaste.

—Buenos días, mi amor—. Respondió felizmente mientras caminaba hacia ti. —¿Cómo está mi hermosa esposa?

Escucharla llamarte así hace que tu corazón se acelere y dudas que ese sentimiento se desvanecerá alguna vez.

Tú y Lisa se casaron hace dos días.

No pueden irse de luna de miel hasta dentro de unos días más, ya que su agenda es demasiado agitada en este momento para hacer eso.

Pero eso estuvo bien para ti porque ese día no está lejos ahora y estará aquí antes de que te des cuenta.

Estás feliz de estar casada con el amor de tu vida.

Están felices de ver que pueden enamorarse más la una de la otra cada día y que, pronto, podrán formar su propia pequeña familia juntas.

—Bien—. Dijiste, todavía tratando de ocultar el hecho de que estabas nerviosa debido a que solo tenías tu anillo de compromiso en el dedo.

—Bien—. Ella sonrió antes de mirar la pila de mantas en el suelo. —¿Qué está pasando aquí? ¿Alguna razón por la que todo lo que estaba en nuestra cama ahora está en nuestro piso?

—¿Uh, no?—. Respondiste, pero Lisa parecía saber que estabas mintiendo.

Porque ella lo sabía.

—Ah, claro—. Ella dijo. —¿Entonces no estás buscando algo? ¿No perdiste nada?

Suspiraste y te pusiste de pie mientras ella sonreía.

—Sabes que perdí mi anillo, ¿no?

—Sí—. Ella sonrió antes de meter la mano en el bolsillo trasero de sus pantalones.

Tirando de su mano hacia atrás, viste que estaba sosteniendo tu anillo de bodas.

—¡Lo encontraste!

Ella tomó tu mano, deslizando el anillo de nuevo en tu dedo.

—Lo dejaste en el mostrador del baño.

—Oh, así es—. Jadeaste, recordando dónde lo dejaste ahora. —Me lo quité antes de ducharme. Tenía miedo de que se me resbalara del dedo y se cayera por el desagüe. Creo que olvidé ponérmelo de nuevo.

Ella sacudió la cabeza con una risa.

—Siempre puedo conseguirte uno nuevo.

—Lo sé, pero ese no es el punto, Lili. Este es especial. Incluso si se pierde o se lo roban o algo así, otro no será igual. Me diste este cuando dijimos nuestros votos. Siempre será especial para mí.

—Lo sé. Yo siento lo mismo por el mío—. Dijo mientras miraba el anillo de bodas en su dedo con un brillo en los ojos.

—Pero todo está bien porque lo encontraste. Gracias, bebé—. Dijiste antes de besar los labios de Lisa mientras ella ponía sus manos en tus caderas, acercándote más.

—De nada, dulce niña. Y, si alguna vez lo vuelves a perder, puedes decírmelo. No te pongas frenética, no destruyas nuestro hogar buscándolo.

Te reíste y dejaste caer tu frente sobre su hombro.

—Solo dime. No me enfadaré. Lo buscaremos juntas. Todo lo que hacemos, todo lo que pasamos, lo hacemos juntas ahora y siempre.

—Está bien—. Accediste antes de darle otro beso mientras envolvías tus brazos alrededor de su cuello, sintiéndote tan, tan enamorada de ella.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora