Reunidas -Parte dos

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Tan pronto como escuchaste el sonido de la puerta del auto cerrándose en tu entrada, saltaste del sofá para abrir la puerta.

La abriste antes de que ella tuviera la oportunidad de tocar. Su mano todavía estaba levantada como si estuviera a punto de hacerlo y viste que una sonrisa se dibujaba en sus labios cuando te vio.

—¿Puedo entrar?

Asentiste y te hiciste a un lado para que ella entrara. Cerraste la puerta principal y luego te sentaste en el sofá mientras ella tomaba asiento.

Tu mente vagaba con un sinfín de posibilidades de lo que esta conversación puede contener.

Estás sintiendo tantas cosas diferentes mientras te sientas a su lado, como preocupación y miedo, pero la felicidad y ese amor que siempre has sentido por ella volvieron más fuertes que nunca.

Ha estado ahí desde anoche, cuando volviste a verla por primera vez, incluso antes de que entregaras ese premio.

Es más fuerte. Es difícil contenerse, a pesar de decirte a ti misma repetidamente que tienes que hacerlo.

No puedes dar más saltos.

Porque si ella ha seguido adelante, ya va a ser lo suficientemente difícil hacer lo mismo ya que ya le confesaste que básicamente estás lejos de hacer lo mismo.

—Estás preciosa—. Dijo de repente y te tomó por sorpresa.

—Estoy en mis sudaderas—. Te reíste y ella asintió, hundiendo los dientes en su labio antes de soltarlo mientras se dibujaba una gran sonrisa.

—Lo sé. Te ves hermosa, siempre.

—Gracias. Tú también.

Se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja y luego suspiró, preguntándose cómo abordar la conversación que tenían para compartir.

—¿Lo dijiste en serio?

No tenías que preguntar a qué se estaba refiriendo. Ya lo sabías.

—Sí—. Dijiste, sintiéndote repentinamente más vulnerable de lo que te habías sentido en bastante tiempo. —Te lo dije anoche, Lisa. No creo que haya un día en el que no te ame. Sus ojos se iluminaron. —Pero... entiendo si tú no sientes lo mismo.

—¿De qué estás hablando?—. Preguntó, sus cejas se fruncieron en confusión.

—Ha pasado un año. Tu vida ha cambiado mucho desde que estuvimos juntas. Mira todo lo que te está pasando. Todo el mundo te quiere, Lisa. Lo entendería si has encontrado a alguien más, si has seguido adelante.

—T/n, no importa quién en este mundo me quiera. Yo solo te quiero a ti—. Ella tomó tu mano, entrelazando lentamente tus dedos con los suyos mientras te miraba a los ojos. —No puedo alejarme de ti. Sigues siendo la única a quien amo.

—¿Incluso ahora?

—Más que nunca antes—. Ella susurró mientras pasaba su pulgar por tus nudillos. —Nunca he dejado de amarte, T/n—. Sonreíste y ella usó su otra mano para acercarte más. —No creo que haya un día en el que no te ame.

Dejaste caer tu frente contra la de ella y te encontraste sonriendo más que en el último año.

—Te amo.

—Te amo más—. Ella sonrió mientras acariciaba tu mejilla. —Por favor, déjame besarte ahora.

Te reíste antes de inclinarte, incapaz de esperar ni un segundo más para que ella presionara sus labios contra los tuyos.

Ella se derritió en el dulce beso, jurando que tus labios sabían aún más dulces que antes.

Ella movió ambas manos a tus caderas y rápidamente te sentó en su regazo, necesitando sostenerte lo más cerca posible.

A sido un año. Ambas han soñado con esto. Necesitaban estar cerca la una de la otra y no había nada en este mundo que pudiera separarlas, ni ahora en este mismo momento, ni nunca más.

Ella se apartó de tus labios un momento después. Estaba sin aliento y necesitaba un segundo para recuperarlo.

Por mucho que ya extrañara tus labios sobre los suyos, disfrutó la oportunidad de poder mirar esos bonitos ojos tuyos.

—Entonces, ¿qué dices, mi niña? ¿Deberíamos salir a desayunar?

—En poco tiempo—. Sonreíste y empezaste a inclinarte para besarla de nuevo, haciendo que sus labios formaran una brillante sonrisa mientras te miraba con adoración y esperaba ese dulce roce de tus labios otra vez. —Sigue besándome por ahora.

—Felizmente—. Ella susurró contra tus labios antes de empujar los suyos contra ellos y envolverte con sus brazos para mantenerte cerca; tan cerca que sintió cada latido de tu corazón contra el de ella.

Ella no pudo contener su sonrisa. Incluso mientras se besaban, ella seguía sonriendo un poco.

Ella simplemente no pudo evitarlo. Se sentía más feliz de lo que se había sentido en el último año de su vida.

Todo fue por tu culpa. Todo porque, por fin, eres su chica otra vez, y eso es todo lo que necesita para ser la chica más feliz del mundo.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora