Se olvida de una cita

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El portazo de un coche al cerrarse rompió el silencio en el aire.

Miraste el reloj de la pared. Ya son más de las diez, dos horas más tarde de lo que Lisa dijo que llegaría a casa esta noche.

La oíste meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. Un suspiro salió de sus labios mientras se quitaba los zapatos antes de empezar a caminar por la casa. Ella saltó cuando te vio sentado en el sofá.

—¡Oh, T/n! Me has asustado—. Se rió pero cuando no la miraste frunció el ceño. —¿Qué pasa?

Señalaste con la cabeza hacia la mesa. Dos platos de comida estaban sentados allí. Las velas que una vez encendiste se habían apagado y la emoción había disminuido. Lisa maldijo en voz baja cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

—Mierda. Cariño, lo siento mucho.

Sollozaste. —¿Sabes cuánto tiempo hace que no pasamos tiempo juntas? Las dos hemos estado muy ocupadas últimamente y yo estaba tan emocionada porque hemos tenido esto planeado durante los últimos días y es todo lo que he querido. Todo lo que he querido es estar contigo.

Lisa dejó sus cosas y se sentó a tu lado. Tomó tus manos entre las suyas y sintió como si su corazón se rompiera justo en su pecho cuando la miraste con tus mejillas manchadas de lágrimas.

—Lo siento mucho. No era mi intención olvidarme, lo prometo. Es sólo que el día fue tan abrumador y tan ocupado y yo... —Hizo una pausa cuando miraste hacia otro lado. —Oye—, te apretó la mano y volviste a mirarla. —¿Y si te digo que mañana no tengo ninguna obligación?—. Vio que una pequeña sonrisa tiraba de tus labios, pero dudaste en dejar que se apoderara completamente de ella. —Sé que he olvidado esta cita, pero déjame compensarte mañana. Tú y yo, en tu lugar favorito, y luego terminaremos el día aquí con una película.

Esta vez no pudiste resistirte y la sonrisa se amplió. —Me encantaría.

Los hombros de Lisa bajaron en señal de alivio. Se mordió el labio mientras volvía a mirar a la mesa. —Siento mucho haberme olvidado de ello. Tiene una pinta increíble—. Negaste con la cabeza y te arrastraste hasta su regazo, rodeando su cuello con los brazos.

—Por mucho que estuviera deseando que llegara esta noche, entiendo que tienes un trabajo muy ocupado. Estoy feliz de dejarlo. Sé que mantendrás esa promesa mañana.

Te besó suavemente y cuando se apartó enterró su cara en el pliegue de tu cuello. —Puedes apostar que lo haré. Mañana eres mi única prioridad. Te amo tanto que te prometo que te voy a compensar.

Sonreíste y le plantaste un beso en la mejilla.

—Ya estoy muy emocionada—. La miraste a los ojos, admirando la mirada de adoración que brillaba en ellos. —Yo también te amo, Lisa. Mucho.

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