Lisa se dejó caer en la cama a tu lado.
Acababa de llegar a casa hace unos minutos y, tras una rápida ducha y un rápido cepillado de dientes, pensó que se metería en la cama y podría dormirse enseguida.
Pero ahora estaba muy despierta.
Te miró. Una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro al verte respirar. Odia llegar tarde a casa porque la mayoría de las veces estás profundamente dormida como ahora. No puede culparte cuando tú también trabajas duro.
Pensó durante unos segundos en lo mucho que te quiere antes de que el deseo de abrazarte la invadiera. No quería despertarte, pero seguramente abrazarte sería lo que la ayudaría a conciliar el sueño.
Te sacudió ligeramente el hombro y vio cómo abrías lentamente los ojos.
—¿Hm? ¿Lisa? ¿Qué pasa?
Cuando te giraste para mirarla, aprovechó para acariciar tu mejilla por primera vez en todo el día. Luego besó tu frente, dejando que su nariz cayera sobre tu piel mientras tomaba aire para calmar sus rápidos latidos, su corazón estaba tan lleno de amor por ti.
—Siento haberte despertado, cariño. Acabo de llegar a casa hace unos minutos y realmente quiero acurrucarme contigo.
Ella vio como sonreías, amando la pequeña risita que salió de tus labios.
—Estoy feliz de acurrucarme contigo en cualquier momento, mi amor.
Lisa sonrió mientras te acercabas a ella. Tus piernas se enredaron con las suyas, tu cabeza cayó sobre su hombro y ella apoyó la suya en el tuyo.
—Te he echado de menos.
—Yo también te he echado de menos. ¿Has tenido un buen día?—. Le preguntaste, esperando que ella lo hiciera como se merecía.
—Sí, pero es mejor ahora que estoy aquí contigo. Te amo.
Te inclinaste hacia ella y le diste un pequeño beso, uno que normalmente se profundizaba y en el que Lisa se perdería absolutamente si no fuera por el cansancio que ambos sentían.
—Yo también te amo. Duerme un poco ahora.
Te besó la sien cuando volvió a apoyar la cabeza en la tuya. —Buenas noches, T/n.
—Buenas noches, mi amor.
