—Tengo un poco de frío. Vuelvo en un momento—. Lisa dijo mientras te besaba la cabeza y se levantaba del sofá para subir a buscar algo más abrigado para ponerse. Te oyó poner la película en pausa mientras subía las escaleras y entraba en el dormitorio.
Entró en el armario y buscó algo que la abrigara. Se frotó los brazos mientras se le ponía la piel de gallina por el frío.
Vio una de sus camisas de manga larga y fue a tomarla, pero se detuvo al ver el mullido jersey negro que colgaba junto a ella.
Se mordió el labio mientras lo rozaba con los dedos. Sabe cuánto te gusta este jersey, ¡y no puede culparte por lo calentito y suave que es!
Volvió a colgar su camisa y tomó tu jersey de la percha. Sonrió mientras se lo ponía. Enseguida sintió mucho más calor que antes. Por no hablar del dulce aroma de tu fragancia que permanecía en la tela. Con lo cálido y familiar que era, casi se sentía como un abrazo tuyo.
—¿Lisa?
Oyó que la llamabas por su nombre y se dio la vuelta justo cuando estabas en la puerta.
—¡Ahí estás! Pensé que te habías perdido o algo así—. Bromeaste juguetonamente. Tu sonrisa ya era grande y brillante, pero creció cuando te diste cuenta de lo que se había puesto. —Mi jersey...— susurraste y diste un paso adelante, cada vez más cerca de ella.
—Espero que esté bien que lo haya robado por el momento. Es tan cálido, tan acogedor—. Dijo ella. Vio cómo sacabas la lengua para recorrer tus labios secos. Te reíste y la rodeaste con tus brazos.
—Eres la más tierna—. Le besaste la mejilla y le pasaste un mechón de su corto pelo oscuro por detrás de la oreja. Ella soltó una risita y te abrazó, dejando caer su mejilla sobre tu hombro.
—Te amo—. Susurró.
—Te amo más—. Dijiste y enganchaste los dedos bajo su barbilla para darle un beso. Uno apasionado pero cariñoso.— Vamos, cariño. Vamos a terminar esa película—. Sonreíste y entrelazaste tus dedos con los suyos mientras ella soltaba una risita y te seguía escaleras abajo para continuar con la película.
