Dilo

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—Bebé—. Susurró Lisa contra tu frente antes de comenzar a dar unos besos en tu piel. —Es hora de despertar.

Gemiste y lentamente abriste tus ojos todavía cansados. Estabas confundida de inmediato porque todavía estaba oscuro afuera, lo que significa que no podía ser hora de despertarte todavía.

—¿Qué hora es?

—Son como las cinco de la mañana.

—Entonces aún no es hora de levantarse—. Refunfuñaste y trataste de cubrirte la cabeza con las cobijas.

Lisa se rió y las apartó.

—Está bien, mentí. No es hora de levantarse. Pero tengo que salir a practicar en unos minutos y quería robarte un beso o dos antes de irme y decirte que tengas un buen día.

—Okey—. Dijiste y le diste una sonrisa soñolienta.

Ella se inclinó y te besó en los labios.

Fue corto pero dulce, dejándola con un brillo en los ojos y un sentimiento de felicidad en el corazón.

—Que tengas un gran día, Lili. Te amo.

—Bien—. Dijo antes de besar tu mejilla. —Nos vemos cuando llegue a casa.

—Esperar—. Frunciste el ceño y envolviste tus brazos alrededor de ella. —No te puedes ir.

—Cariño, tengo que hacerlo—. Ella se rió.

—No sin decirlo de vuelta.

—¿Decir qué de vuelta?—. Ella preguntó, mirándote con las cejas fruncidas.

—Sabes qué—. Te quejaste. —Lisa, dilo. ¿Por favor?—. Preguntaste con tristeza.

—Bebé—. Se rió mientras envolvía sus brazos alrededor de ti. —Sabes que te amo.

—Pero no lo dijiste cuando lo dije—. Hiciste un puchero y ella se rió entre dientes mientras se inclinaba para besarte los labios un par de veces.

—Eso es porque te estaba haciendo una broma—. Dijo ella, tocándote la nariz.

—Eso no es agradable.

—Me haces bromas todo el tiempo. Tenía que devolvertela de alguna manera—. Ella explicó y besó tu nariz.

—Supongo que estas en lo correcto—.  Dijiste y ella asintió con la cabeza.

—Me tengo que ir—. Suspiró con tristeza antes de inclinarse para besar tus labios un par de veces. —Te amo mucho, sin embargo. No sé cuándo estaré en casa, así que no sientas que tienes que esperarme despierta.

—Pero sabes que probablemente lo haré—. Dijiste y viste sus ojos iluminarse. —Yo también te amo, Lili; mucho. Que tengas un día maravilloso. Te lo mereces.

—Gracias, dulce niña. Igual para ti—. Ella dijo y te dio un abrazo rápido. —Ahora vuelve a dormir. Ten dulces sueños.

Te arropó y besó tu cabeza antes de salir por la puerta, con la esperanza de estar de vuelta a tu lado en poco tiempo.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora