Abrazos de un día perezoso

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Días perezos; uno de los días favoritos de Lisa.

Se tumbó a tu lado en un cómodo silencio durante unos minutos. Se limitó a verte dormir y a mover su pulgar suavemente por tu estómago mientras dormías. Se debatía entre dejarte dormir un poco más o despertarse para empezar a pasar tiempo contigo.

Pero por suerte no tuvo que preocuparse por tomar esa decisión, porque apenas unos diez minutos después de que ella se despertara, tú también lo hiciste. Estiraste las piernas y una sonrisa se dibujó en tu rostro cuando sentiste que te miraba fijamente.

—No es educado mirar fijamente.

—No puedo evitarlo—. Dijo mientras dejaba caer su cabeza contra tu espalda antes de subirla para apoyarla en el pliegue de tu cuello. —¡Buenos días! Es mi primer día libre de los muchos que se avecinan. ¿Qué te gustaría hacer hoy?

Giraste la cabeza, sus labios estaban tan cerca de los tuyos que ya podías sentir su cálido aliento abanicándose contra los tuyos. —¿Un día de ocio?

Aceptó, dándote un beso en la frente antes de levantarse a lavarse los dientes, arrastrándote desgraciadamente fuera de la cama para hacer lo mismo.

—Así podremos pasar el resto del día en la cama sin preocuparnos de levantarnos por casi nada—. Dijo mientras te rodeaba con el brazo y echaba un poco de pasta de dientes en los cepillos de ambas.

Se cepillaron rápidamente los dientes y se dirigieron de nuevo a la cama. Lisa se unió a ti un momento después y volvió a subirse a su sitio para descubrir que ya habías puesto una película.

Lisa se acurrucó felizmente a tu lado. Te acercó a ella y te sonrió con una mirada de amor en sus grandes ojos marrones cuando pusiste tu cabeza en su hombro y enredaste tus piernas con las suyas.

Después de estar tan ocupada, se sentía bien poder relajarse contigo. Se alegró de tenerte cerca durante el resto del día si estabas dispuesta a ello, y con lo cerca que estabas de ella se dio cuenta de que lo estabas.

—Te amo tanto—. Susurró.

Quitaste los ojos de la televisión y la miraste. Acariciaste suavemente su mejilla, con el corazón agitado mientras sus ojos se fijaban en los tuyos.

—Yo también te amo. Estoy tan feliz de que por fin tengamos un día como este juntas—. Ella asintió con la cabeza antes de besarte suavemente.

Nunca se cansaba de ti, ni de estos días juntas. Y estaba tan feliz de tener todavía todo el día por delante. No hay otra forma en la que preferiría pasarlo que en esta cama contigo.

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