Te hace cosquillas

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Estaban acurrucadas juntas en su sofá, viendo una película que ella había puesto. Sólo tratando de ser más cariñosa, movió su mano por tus costados pero las yemas de sus dedos rozando tu piel te hicieron soltar unas risitas sin querer.

Lisa levantó una ceja y viste cómo sus labios se dibujaban en una sonrisa disimulada al darse cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Alguien tiene cosquillas?

Sacudiste la cabeza e intentaste apartar sus dedos de tu piel.

—¡No, no! En absoluto.

—Creo que lo eres—, sonrió Lisa y sin tener que decir una sola palabra supiste cuál iba a ser su siguiente movimiento. Intentaste apresuradamente levantarte para correr, pero su brazo te envolvió y te hizo retroceder.

Con una carcajada caíste de espaldas contra el sofá. Lisa se sentó a horcajadas sobre ti y movió sus dedos por tus costados.

—¡Lisa!—. Te reíste, las lágrimas cayendo de las esquinas de tus ojos.

—Pensé que habías dicho que no tenías cosquillas, T/n—. Se rió.

No había manera de mentir en esto. Era evidente que lo eras. Si no lo fueras, esos chillidos no saldrían de tus labios y no te retorcerías bajo su contacto.

—¡Lisa! P-Por favor, para!—. Te reíste.

Lisa fingió reflexionar por un momento antes de mirar tus ojos llorosos. —¿Quieres que pare?— Asentiste rápidamente. —De acuerdo, pararé. Pero primero, di las palabras mágicas.

—¡Ya he dicho por favor!— Te reíste.

—No. Eso no. Esas dos palabras que me encanta escuchar caer de tus labios—. Ella sonrió genuinamente.

—¿Te amo?—. Ella asintió y dejó de hacerte cosquillas, apoyando sus manos en el cojín a tu lado mientras tú cerrabas los ojos para recuperar el aliento.

—¿Estás bien?—. Lo comprobó, sintiéndose mejor cuando abriste los ojos.

—Sí, estoy bien. Estoy molesta, pero-

—¿Oh? ¿Molesta? ¿Dijiste que estás... molesta?—. Ella hizo una pausa, los dedos se movieron de nuevo a tus lados.

—¡No, no, no lo dije!—. Las dos se rieron y ella te acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Te amo—. Murmuró, apoyando su cabeza en tu hombro. —Mi dulce pero muy cosquillosa niña.

Pusiste los ojos en blanco con una carcajada. Tenías la sensación de que ella iba a tener esto en tu cabeza de aquí en adelante.

Lisa Imaginas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora