15

26 3 0
                                    

Lo llevo a un pequeño restaurante que no queda lejos de nuestro gimnasio.

Jisung está obsesionado con los huevos Benedict de este sitio, desde hace años, así que le he pedido eso. Pero casi no ha tocado los puñeteros huevos, se limita a pasear la comida por el plato.

—Come —le ordeno.

—Es que no tengo hambre.

Deja el tenedor y aparta el plato antes de retreparse en la silla.

Hago un gesto de desagrado. Si es necesario, le meteré la comida en la boca a la fuerza. Me importa un pito que estemos en un restaurante.

—Toma. —Agarro el tenedor y cojo una buena cantidad de huevo, que le ofrezco desde el otro lado de la mesa—. Come.

Mirándome mal y apretando la mandíbula, se aparta un poco más.

—No tengo hambre.

—Y yo no estoy de humor para que te pongas así. —Ladeo la cabeza en señal de advertencia—Come.

—No.

—No me jodas, Jisung, necesitas recuperar energías.

Retiro la silla arrastrándola ruidosamente por el suelo, sin levantarme, para ponerme a su lado, más cerca, dispuesto a abrirle la boca a la fuerza para meterle la comida.

—¿Para qué? ¿Para darte una patada en ese culo irracional tuyo?

Me reiría si no estuviera hecho una puta furia.

—No me hagas volver a pedírtelo.

Me noto inquieto, empiezo a moverme en la silla. El día ha empezado muy bien, y ahora él se lo está cargando con la tontería de negarse a comer. ¿Por qué coño no se porta como es debido?

—¿Qué piensas hacer? ¿Empezar la cuenta atrás? —Pestañea unas cuantas veces y después frunce el entrecejo.

—Por ejemplo —confirmo, y él resopla indignado.

Bajo la cabeza, intentando que se me pase un enfado que va a más. Joder, Jisung se está rebelando por rebelarse, solo para salirse con la suya.

—Jisung.

Le miro, dispuesto a soltarle todos los detalles del castigo que le caerá cuando esté bien, pero al otro lado de la calle veo algo que pone freno a mis amenazas. Estiro el cuello para ver mejor: Changwook está sentado en una terraza algo más arriba. Habrá salido del gimnasio a tomarse un descanso.

Dejo unos billetes en la mesa y pido a un confuso Jisung que se levante.

—Esta vez te has librado, pero no volverá a pasar. —Vamos hacia la moto —Espérame aquí.

—¿Por qué? ¿Adónde vas?

—Tengo que hablar un momento con alguien que está ahí. No te muevas.

Le doy el casco y me voy.

—Hola, Changwook —lo saludo.

Se pone tenso en el acto, vuelve la cabeza despacio y veo la preocupación escrita en su rostro.

—¿Va todo bien? —le pregunto cuando llego a su mesa, que rodeo hasta situarme frente a él.

—Sí. ¿Qué haces aquí?

Mueve el corpachón en la silla con nerviosismo. Aquí pasa algo.

—He traído a Jisung a comer enfrente.

—Y ¿dónde está?

Me siento y apoyo los codos en la mesa.

—Esperándome. Hace un rato he visto a Haewon.

DemolitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora