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Mientras acompaño a Jisung a su cita el martes, me surgen un montón de preguntas. ¿Deberíamos informar al doctor Jiwoon del embarazo? ¿Son más elevados los riesgos debido al estado en que se encuentra Jisung?

—Para —dice Jisung a mi lado, en el coche, mirándome como si supiera lo que estoy pensando.

No cabe duda de que lo sabe. Para mi chico soy transparente. Y ahora, teniendo en cuenta la presencia de ese dique que contiene sus recuerdos, me sorprende más aún su capacidad. Me pone la mano en el muslo, y respiro hondo y le aprieto los dedos.

—¿Por qué no me cuentas cómo fue la primera ecografía con los mellizos? —sugiere, a todas luces intentando distraerme para que no me preocupe, y funciona.

Aquel momento. Cómo dejé de sentir las piernas cuando el médico señaló dos corazones. No sabía si reírme o llorar. Sin embargo, mi alegría se desvanece cuando recuerdo cómo acabamos en el hospital para que nos hicieran una ecografía no programada. Una ecografía para comprobar si mis hijos seguían vivos. El estómago se me revuelve, un sinfín de flashbacks asaltando mi cabeza: el accidente de Jisung, el robo del coche..., ver cómo le corría la sangre por la desnuda pierna. Me estremezco, y sé que Jisung lo nota, porque se mueve inquieto en el asiento.

—¿Qué pasa, Minho? Estás blanco como la pared.

—Nada. El día de la primera ecografía... —medito, centrando mi atención en la carretera— Por aquel entonces tú no sabías que yo tenía un hermano mellizo.

—¿No lo sabía? —Parece sorprendido, y no debería extrañarme—¿Por qué?

Me encojo de hombros con absoluta naturalidad.

—Ahora ya sabes que tenía un pasado. Esa era una de las partes más dolorosas, y hablar de ello no era mi prioridad. —Le dedico una sonrisa cuando me aprieta la mano—Cuando el médico nos dijo que había dos corazones en tu barriguita, me llevé un buen susto.

Jisung suelta una risita, el sonido dulce y puro, su mano pasando a su tripa y describiendo círculos.

—No contaba con tener mellizos, y cuando descubrí que íbamos a tener dos hijos, me retrotraje a una época de la que nunca hablaba.

Ahora su sonrisa es triste, como la mía, así que decido romper el ambiente sombrío, porque en último término fue un momento maravilloso. Una vez que superé el susto.

—El médico nos dijo que escuchaba perfectamente dos corazones. Tal cual. Dos. Me pilló desprevenido.

Sonrío, recordando de sobra la ingravidez de mi cuerpo en ese instante, porque se oían latidos, y eso suponía un alivio inmenso después del accidente, pero vino acompañado de una sensación de absoluta confusión.

—Seguro que el cerebro no me regía bien, porque lo único que recuerdo que pensé fue: «¿Mi hijo tiene dos corazones?». Creo que incluso lo dije.

Jisung suelta una carcajada y ese sonido y su evidente regocijo me hacen reír a mí. Esto es lo único importante: las cosas buenas, los recuerdos felices.

No paro de cuestionar mi decisión de ocultarle las cosas chungas, pero cuando lo veo así, tan alegre y animado, esa duda se ve acallada por su cara de satisfacción.

—Entonces también pensaste que tenía bastante gracia. —Le dedico una sonrisa traviesa.

—Y me hablaste de tu hermano.

Asiento, y entramos en el aparcamiento del hospital.

—Parecía el momento adecuado. Nos dimos un baño, estuviste siglos echada encima de mí y te conté la historia de Minsoo y mía. —Le guiño un ojo—Después nos lo montamos en la bañera.

DemolitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora