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Tal y como era de esperar, cuando llegamos ya están todos, sentados alrededor de una mesa en un rincón, con dos sitios libres para Jisung y para mí.

Nada más vernos, Felix se levanta y va a abrazar a Jisung, acercándose todo lo que le permite el barrigón.

—Cuánto me alegro de verte.

—En mi cabeza todavía somos jóvenes —suspira Jisung, y Felix se ríe.

—¿Qué tal estás?

—Muy bien. Conocí a una chica en las clases de yoga, Sakura, encantadora, y me comentó que la empresa para la que trabaja siempre está buscando interioristas. Puede que me lo plantee.

Frunzo el ceño. Por encima de mi cadáver.

—Es estupendo —comenta Felix, que me dirige una mirada cauta cuando mi chico se separa de él y se tira de la ridícula blusa para subirsélo un poco.

Vuelvo a fruncir el entrecejo, esta vez la mirada va dirigida a la atrevida blusa blanca, preguntándome en qué estaría pensando al dejar que se lo pusiera, y le retiro la silla a Jisung.

—Siéntate —ordeno, y recibo una colección de miradas incrédulas desde todos los ángulos de la mesa—Por favor —añado, la mandíbula temblorosa.

Jisung se acomoda y la tensión podría cortarse con un cuchillo, y no por las pestes que echo de la blusa ni porque Jisung esté hablando de un empleo al que no va a acceder. No, es la primera vez que los chicos ven a Jisung desde el accidente. Hyunjin, Nichkhun y Yuna parecen algo inquietos, es evidente que ninguno de ellos sabe qué decirle.

Sin duda Jisung se da cuenta, porque me lanza una mirada nervioso, suspira y centra su atención en nuestros callados amigos.

—Encantada de conoceros —saluda.

Los chicos se ríen y la tensión disminuye gracias a su broma.

—¿Pedimos las bebidas? —Levanto un brazo para llamar a un camarero.

Todo el mundo pide algo con alcohol, exceptuando a Felix pero incluyendo a mi chico. Pero de eso nada.

—Agua, por favor —digo al camarero mientras señalo a Felix y a Jisung—Y para mí también. Y vino para Yuna —La señalo con la cabeza.

—Que sea una botella —puntualiza bajito Nichkhun.

Jisung se inclina, me pone la mano en el antebrazo y me dice en voz baja:

—Quiero vino.

Cree que no lo he oído, y le he oído perfectamente, más que al resto, que prácticamente me ha dicho lo que quiere a gritos.

Mirando con una sonrisa tirante al camarero, que ha dejado de escribir en su libreta y me observa, me vuelvo hacia mi chico.

—Vino no.

Mi tono es de advertencia, y haría bien en darse cuenta. Mientras me giro despacio de nuevo hacia el camarero, veo la cara que están poniendo nuestros amigos, todos ellos en silencio. Observando. Nerviosos.

—Agua —repito, y cojo la servilleta y me la pongo en el regazo.

Silencio. Todo el mundo evita mirarnos a Jisung y a mí.

Me muerdo el labio y miro con el rabillo del ojo: la mirada de absoluta indignación de mi niño me hace estremecer. Mierda, está que echa chispas.

—Será mejor que me pidas una copa de vino, Lee.

Se acerca, los ojos encendidos, y ello hace que me eche despacio hacia atrás. Oigo que Hyunjin tose y se ríe y Nichkhun resopla. Capullos. Deberían apoyarme. Jisung acaba de superar un terrible accidente de coche y no está completamente recuperado. Beber alcohol sería una estupidez; y dejar que lo haga, una tremenda irresponsabilidad por mi parte.

DemolitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora