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Las puertas de maternidad se abren y aparece Hyunjin con un bulto en brazos envuelto en mantas. Y bajo las capas de suave algodón, su hija.

Joder, los ojos se me humedecen y se me hace un nudo en la garganta.

Hyunjin sonríe de oreja a oreja.

—Chicos, esta es Yeyi.

—Ay, por favor.

Jisung se derrite, se le cae la baba con la niña. Asustado, me adelanto para echarle yo también un vistazo. Sí, es una monada. Mi chico se deshace con la pequeña, embobado.

—No te hagas ilusiones.

Lo he soltado antes de poder evitarlo, y Jisung me mira, sus dedos jugueteando con la manita de Yeyi. Hyunjin se parte de risa de inmediato y mi esposo me aclara las cosas en el acto:

—Me basta con los dos que tengo, gracias.

Sé que flaqueo visiblemente delante de él, y no lo puedo evitar. La idea de volver a pasar otra vez por el infierno del embarazo me provoca sudores.

La preocupación, los nervios, el miedo constante de que la cosa más mínima, un pinchazo o cualquier otra señal, significase que algo iba mal de verdad. Y luego el parto.

—Bien —confirmo, echando atrás los hombros y haciendo que Hyunjin se ría con más ganas.

—Eres demasiado mayor, tío. —Mi amigo hunde el puñal con ganas y lo retuerce una y otra vez.

—Que te den —suelto, y decido no hacer caso y cambiar de tema—¿Y tú? ¿Cómo estás? —Parece hecho polvo.

—Creo que es la cosa más hermosa y traumante de mi vida.

Me río y miro hacia la puerta cuando veo que viene Felix, andando como un pato.

Sorprendentemente, tiene buen aspecto, considerando las circunstancias.

—Me he escapado, porque no es hora de visitas y no os dejarán pasar.

Se acerca a Jisung, que se apresura a abrazarlo.

—Me alegro tanto por ti.

—Pues no te alegres —se queja Felix—Ando como si me hubieran partido en dos y es literal. —La broma, que suelta como si tal cosa, nos hace reír a todos.

Hyunjin le pone a Yeyi en los brazos.

—Ya, ¿cuánto tiempo tenemos que esperar hasta que..., bueno, ya sabes...? —Señala las caderas de Felix.

Su mirada es de lo más obsceno.

—Solo me queda energía para apuñalarte. —Felix le da un leve beso a Yeyi en la cabeza y lanza una mirada asesina a Hyunjin, que tiene una sonrisa bobalicona en la cara.

—Pasará por lo menos un mes —le digo a mi inexperto colega, disfrutando al ver la cara de horror que pone.

Lo compadezco. El mes que siguió al nacimiento de los mellizos fue el mes más largo de mi vida. Le doy una palmadita en la espalda y suspiro mientras levanto la mano y hago como que me lo casco.

—Conoce a tu nuevo mejor amigo.

Gruñe y rodea con un brazo a Felix.

—Menos mal que quiero a esta loco. Vamos a tomar un café antes de que me quede dormido aquí mismo.

Echamos a andar hacia la pequeña cafetería que hay al fondo del pasillo,

Felix caminando torpemente con ayuda de un atentísimo Hyunjin, Jisung y yo detrás. Lo miro y, al verlo meditabundo, hablo antes de pensar.

—Bueno, si quisieras tener otro...

No tengo ni puta idea de cómo he podido decir eso. Pero ¿qué coño me pasa? No lo sé, pero lo que sí sé es que si de verdad, de verdad, quisiera tener otro hijo, encontraría la manera de hacerme a la idea. Aunque solo fuese para que estuviera embarazado y lo recordase, para que diese a luz y se acordase de la experiencia. Ser madre de un bebé y de un niño pequeño. Vivir el primer diente y el primer día de colegio. El dolor me revuelve las tripas. Solo ahora caigo en la cantidad de cosas que Jisung se está perdiendo de la vida de nuestros hijos, y aunque nada me gustaría más que recuperase esos recuerdos, debo aceptar que es posible que eso no ocurra. Así que tal vez yo pueda proporcionarle algunos de otra forma.

—No te preocupes —dice Jisung con una risita, que a todas luces se ha dado cuenta de lo incómodo que me siento de pronto—No quiero.

—Uf, gracias —espeto, aliviado a más no poder. No creo que haya sugerido nunca nada más estúpido.

DemolitionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora