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Un nuevo mandamás

Jen Jones
Ahí estaba yo, sentada en la orilla de la alberca de esa casa a la que en algún momento le tuve odio.

Ah, las vueltas que da la vida.

Moví mis pies en el agua por unos minutos. William y Ralph estaban a mi lado con los pies cruzados porqué, de alguna extraña y misteriosa forma, ambos eran alérgicos al cloro.

Me estaba burlando un poco de ellos por esta extraña y casi improbable coincidencia, hasta que sentí un golpe de nostalgia, un sucio y bajo golpe de nostalgia. Las cosas habían cambiado tanto, yo había cambiado, ya no me sentía la misma persona de tan sólo unos meses atrás.

Tony se había llevado con él un poco de mí, y otra parte se había despedazado con el hombre en el callejón, con cada suceso yo iba perdiendo algo de mí hasta ese momento meneando los pies en el agua. Era como si empezará a ser más Jen Jones y menos Jenna la niña de la montaña. Lo peor era que no sabía si eso era bueno o malo, pero dolía, cada parte de ese cambio dolía mucho. Me destrozaba.

Y mientras pensaba en eso escuché una voz conocida, una que hace tiempo no escuchaba. Entonces lo ví, Sweet Pea estaba sonriendo coquetamente y hablándole al oído a Jossie McCoy. No sabía cómo tomarlo, mi estómago se revolvió un poco, pero al instante ese sentimiento pasó. Él se veía feliz, un beso de Jossie bastó para que sus ojos se iluminaran y su sonrisa se expandiera.

Entonces por millonésima vez recordé a Tony, él me hacía sentir eso que quizás Sweet Pea estaba sintiendo en ese momento. Me pregunté qué tan catastrófico sería volverlo a ver, a Tony, volverlo a amar locamente sin ninguna contención, sin miedo.

¿Valdría la pena hacer el mundo arder solo por estar con él? La respuesta era sí, pero la verdadera pregunta era ¿Estaría dispuesta a dejar que ese mundo ardiera junto a mi familia y mis Serpientes? Ahí era donde todo se complicaba.

—Dime por favor que tu cara de sufrimiento no es por ese beso —me dijo Ralph mirándome severo.

Quise reír pero lo que salió de mí fue un suspiro.

—Creeme, sería más fácil que así fuera —me sinceré—, sentir algo por Sweet Pea sería mucho más sencillo.

—Sabes que eso lo destruyó, ¿cierto? Que no pudieras sentir algo por él y luego te fueras lo cambió —mencionó William.

—Nunca quise que eso fuera así. Pero míralo, está feliz y ahora está enamorado de alguien mas.

—¿Realmente eso crees? —me preguntó William.

—Sí, y estoy feliz por él —respondí en mi modo más zen posible, pero Ralph bajo de esa nube de inmediato.

—Istiy Filiz pir íl —me arremedó con voz absurda—. ¡Dios, Jen! —exclamó—, cada día eres más patética. Tú no puedes seguir así—me regañó Ralph frustrado—. Eres Jenna Jones, líder serpiente.

Me agaché como perrito regañado y miré directamente a mis pies en el agua.

—No bajes la cabeza, Jen —me pidió William suavemente—. No lo hiciste contra Malachai, ni cuando asaltaste a el señor Logde, ¿por qué ahora?

No pude contestar nada. Me sentía estúpida y avergonzada.

—Mira —esta vez Ralph habló más tranquilo—, no queremos hacerte sentir mal, al contrario, queremos verte fuerte, poderosa e imponente como lo fuiste en algún momento.

—Y sobre todo deseamos que seas feliz —agregó Will.

—¿Feliz? —reí amargamente—. Eso ya no es para mí. Ustedes saben que la felicidad es algo que me puede destruir

Storm Blue || RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora