Capítulo 2

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Nota: Naruto esta bien loquito, probrecito jajaja

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El calor en las extensas calles es implacable y si la situación fuera otra seguramente estaría de pésimo humor, pero en esta ocasión la sonrisa que se pinta en la atractiva faz trigueña, lo ilumina todo y los infantiles orbes chispean emocionados.

Va cargando la inmensa compra que hizo con mucha dedicación para el otro. Nunca gastó una cantidad tan desmesurada de dinero para abastecerse a sí mismo. Actualmente, como héroe de Konoha su economía ha mejorado  brutalmente, recibiendo más ryos de los que puede gastar. El único "lujo" que ha sumado a su vieja rutina, es visitar Ichiraku ramen cada que se le da la gana.

Le conoce bien y se siente tan orgulloso de eso. Sabe qué comida le gusta y cuál le disgusta, sonríe travieso ¿Quién más podría conocer al teme más que él?, nadie absolutamente nadie. Esa es una de las razones por las que ha decidido que Sasuke solo le tiene que tener a él, y solo a él. Ellos deben pertenecerse el uno al otro, porque así debe ser.

Por desgracia sabe que no lo tendrá nada fácil, ese bastardo es tan orgulloso, así que tendrá que recurrir a otros métodos. Poco a poco, no tiene prisa, lo quebrará lentamente, quitándole la voluntad, doblegándolo, hasta que este respire por él y solo por él.

Hace una mueca de dolor cuando su brazo protésico punza, ha puesto mucho peso en él. Sonríe tiernamente. Ama cuando escuece o arde, porque le recuerda lo grande que es su obsesivo amor, tan grande que haberse desmembrado mutuamente es la digna representación de lo único y especial que es su lazo. Las pocas oportunidades que tuvo de apreciar el muñón del Uchiha le causó dolorosas erecciones, ¿En qué lo convertía eso? ¡Ah su amor era tan grande!

Se adentra entusiasta en el ahora descuidado barrio Uchiha. Maltratado, destartalado, atestado de palabras antisonantes contra el prodigioso clan, escritas con saña a diestra y siniestra en todas las que alguna vez fueron las casas más bonitas de Konoha. Han dejado vivir a Sasuke en la que fue morada de sus padres, pero ya ni siquiera la propiedad es suya.

Llega a la puerta de la vieja mansión tradicional y baja algunas bolsas para poder tocar, pero antes de lograr su cometido, la puerta se abre sola.

—Naruto—enuncia tan parco y mesurado, en esa pose impersonal, con los brazos cruzados a la altura del pecho.

—¡Teme! —sonríe cándido, observándolo a discreción de pies a cabeza— ¿Me dejarás pasar?

—¿Qué es eso? —señala desconfiado las bolsas en el suelo.

—Es tu compra Sasuke'ttebayo— verbaliza rascando la dorada nuca.

—¿Quién te dijo que yo necesito que me compres cosas? —a la pregunta le acompaña una mirada afilada.

—¿Y cómo piensas comer entonces, bastardo? —reprocha, haciendo uno de sus infantiles pucheros.

—Ese es mi problema—da media vuelta dejándolo pasar.

Rebosante de felicidad, el "inocente" rubito, coge las bolsas del suelo y mira a detalle la estrecha figura que se interna en la casa. La ardiente mirada azulina escanea predador, la esbelta espalda larga, atlética y fuerte, tan deliciosa, mostrándose sinuosa en esa playera negra básica de tirantes, da una ojeada al vendado muñón, ¡Cómo le encanta!. Los sedientos ojos descienden hasta el culo pequeño y bien levantado, enfundado en una bermuda blanca. Muerde su labio inferior para no soltar el gemido animal que quiere escapar desde lo más profundo de su garganta, cuando llega hasta las pantorrillas blanquecinas y lisitas, sin vello. Las mejillas de caramelo se arrebolan cuando recuerda que todas las noches, en la intimidad de su hogar, el noble y admirable héroe de Konoha se masturba mirando pornografía twink, a la que le pone la cara de su "mejor amigo".

Llega hasta la cocina y coloca todo sobre la isla central de esta.

—Oe teme.

—Mhn.

—¿Puedo pasar a tu sanitario? —bailotea en su lugar, porque su vejiga le quiere reventar.

—No—responde sin mirarle.

—¡Sasuke! —lloriquea escandaloso—Mira que me voy a hacer aquí dattebayo.

—Tsk—gruñe—Cállate... Pasa y no hagas desastre.

El zorro áureo corre rumbo al sanitario dando brinquitos dejando al ninja vengador pensativo en la cocina. Los últimos meses han sido de total indiferencia para sí mismo. Desde su regreso a Konoha se cuestiona el motivo de su existencia. ¿Qué queda de él? Subyugado al título de renegado, porque a pesar de su exitosa intervención en la cuarta guerra ninja, cargará ese estigma el resto de la vida. Suficiente es que le hayan perdonado y dejado vivir.

Cuando su clan se extinguió a manos de su difunto hermano, pensó que había conocido lo que era querer morir de soledad y tristeza, Qué equivocado estaba, no se comparaba con su situación actual. Solo existía una persona que lo valoraba en la faz de la tierra, Naruto.

Con ese sentimiento desolador invadiendo su pecho, voltea la mirada hacia las bolsas de la compra y suelta una risita irónica. No era tonto. Con lo poco que alcanza a mirar, sabe el dineral que hay ahí. Las mejores marcas de cada producto, fijadores para el cabello, shampoos y acondicionadores, cosas que necesitaba realmente, pero que su orgullo le hacía querer rechazar. ¿Por qué Naruto le procura tanto?, conoce el estilo de vida del rubio y sabe que aprendió a vivir con poco, nunca lo vio gastar tanto en sí mismo. ¿A caso Naruto lo toma como el hermano que nunca tuvo? ¿Quién demonios quería tener de hermano al renegado de la hoja? ¿Por qué asumió su custodia cuando nadie más quiso hacerlo? ¿Qué le hace tan especial a los ojos de Naruto?

Continuará.... 

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