Capítulo 20

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Nota: Ya estoy pensando en el desenlace de esto jajaja

los te quiero mucho.

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—Yo quiero preguntarte lo mismo—la inusual apariencia severa del relajado hombre enciende sus alarmas—¿Qué pasa con Sasuke, Naruto? —perjura que la entonación del Hokage es acusatoria.—Tú le conoces mejor que nadie.

Su pesarosa conciencia le hace sentir señalado—¿Qué quiere decir, Kakashi sensei?— la expresión tontorrona se convierte en una ceñuda e inconscientemente está a la defensiva.

Y el mayor comienza a estudiar cada manifestación en los modismos de su exalumno, del que, a esas alturas de la vida, se viene a dar cuenta que no conoce del todo.

—El comportamiento de Sasuke es extraño—esconde el análisis minucioso bajo el amable semblante y los ojos felices—He llegado a una conclusión.

—¿Cuál? —interpela con la atención bailando en sus curiosos ojos azules.

—Fue demasiado pronto para retirarle la vigilancia—suspira tedioso y observa perspicaz al ninja, buscando las respuestas a todas sus dudas, las cuales no se atreve a preguntar directamente, para todo habrá tiempo—Me temo que su estado mental no es bueno. Daré la orden de custodia nuevamente, pero antes de eso hay algo que quiero saber...

El otro asiente dando a entender que puede preguntar.

—¿De qué ha estado viviendo Sasuke todo este tiempo?

—Bueno... Eso—traga saliva antes de replicar, pues los ojos perezosos le atraviesan y teme que el adulto pueda ver su interior—Supongo que le he ayudado un poco'ttebayo.

—Ya veo—se incorpora y da la espalda al joven shinobi, para admirar el ventanal de su oficina—Otra cosa más...

—Sí.

—¿Qué significa Sasuke para ti? —la pregunta es casual, pero hay algo que el otro quiere comprobar.

—Pues...—hace una gran pausa y contesta su ensayado discurso—Él es mi mejor amigo y mi lazo más importante...

Ya se lo esperaba. En las comisuras tapadas bajo la tela, se dibuja una sonrisa socarrona, pues había verificado que esa respuesta genérica ocultaba los verdaderos motivos de su adhesión emocional por el otro. No es que la idea le desagrade, pero sospecha que el vínculo de ambos ninjas no es el más sano precisamente, aunque no se imagina hasta que punto.

—Naruto, tras pensarlo mucho, creo que no es bueno mantener a Sasuke lejos de las personas que le apreciaron en algún momento, seguirás custodiándolo, pero solo la mitad del tiempo—se vira para ojear la reacción del rubio, el cual luce exaltado.—Tiene que aprender a integrarse nuevamente, por lo que conseguiré a alguien que le custodie la otra mitad de tiempo.

—Pero...pero sensei, esa no es una buena idea, Sasuke no....

—No tienes que preocuparte, la persona que tengo en mente ya le conoce y aún le guarda un poco de afecto.

En ese momento lo adivina, solo hay una persona aparte de él y el mismo Hokage, capaz de convivir con Sasuke—¿Sakura-chan?

—Sí, Sakura es la mejor opción.

No sabe cómo sentirse, admite que, por un lado, tiene la sensación de alivio, pues Sakura no es una persona difícil de manejar, al contrario, los sentimientos de la chica le hacen bastante vulnerable y presa fácil de la manipulación. Por otro lado, tiene la sensación de que las cosas se le salen de control y que le falta poco para ganar todo o para perder todo.

*************

Cae la noche y al silencio absoluto le acompaña la sinfonía de los grillos. Los pasos sigilosos de los pies desnudos resuenan contra la madera. Corre la puerta de la habitación y en la oscuridad se bosqueja la figura sentada sobre el suelo que distingue en cuanto entra. Le está esperando y esto le hace sonreír plácido.

—Ven aquí—espeta, autoritario, pero con suavidad.

El vengador hace amago de incorporarse para acatar el mandato, pero la voz varonil le detiene.

—No—niega malicioso—Por el suelo—ha comenzado a probar que tan derruida se ha hecho la voluntad del Uchiha en su ausencia.

Titubea inseguro, y a Naruto le parece sublime la manera en que los ojos oscuros se debaten de oscilación—Hazlo—le repite de nueva cuenta con más firmeza.

Se endereza un poco para posicionarse de rodillas y avanza lento en esa degradante postura.

Una vez frente a él, le mira a sus pies y distingue el rostro a la perfección, puesto que los rayos lunares de la ventana alumbran al etéreo hombre arrodillado.

—Eres un buen chico, Sasuke— desliza la mano bronceada por las mejillas demacradas y macilentas—No has comido bien—le contempla con ternura y acaricia afectuoso las ojeras oscuras bajo los ojos nocturnos—Tampoco has dormido bien.

El ex vengador no le habla, solo le mira expectante. Se siente tranquilo ahora que el rubio ha regresado. 

No sabía que encontraría al verle y en su cabeza solo había dos posibles respuestas: la subordinación o la insumisión, pero todo apuntaba a la primera. Confirma, de primera mano, que lo dicho por el Hokage es una veracidad. El deteriorado estado mental de Sasuke es axiomático para quien le conoce al menos un poco. Es el instante preciso de probar hasta donde llega la nueva sujeción de su gran tormento.

—¿Tienes hambre? —los orbes de carbón le miran confuso y no responde nada.

Uno de los pulgares se desliza por la boca y juguetea con la lengua estática, a esta erótica caricia se le suman los dedos índice y medio—Sí, tienes hambre—esta vez lo afirma perverso, contestando su propia pregunta.

Su boca en un principio no responde a la invasión, pero a los pocos segundos la sensación de calor invade su vientre, haciéndole sentir como si lava ardiente corriera en su torrente, sustituyendo su sangre.

Desde otra perspectiva, el héroe de Konoha le mira desde arriba, extasiado por la ola de calor que le produce la sensación de humedad sobre sus dedos. La libido de la morbosa situación se acrecienta a cada segundo y la sumisión de un hombre tan poderoso y legendario, arrodillado, juega con su psicología, haciéndole sentir estimulado.

La mano que acariciaba las hebras negras con sedosidad, pausadamente toma su propia bragueta y en un movimiento que para Sasuke va en cámara lenta, la abre poco a poco, como dándole la oportunidad de revelarse, pero no hay oposición en los ojos negros, únicamente nervios. No sé leja ni le golpea, solo mira la acción del otro expectante, a la vez que las tres falanges son retiradas de su boca.

Retiene el aire cuando el miembro viril es liberado de su prisión y logra sentir la temperatura cálida que la carne caliente y húmeda emana a tan solo centímetros de su rostro.

—Hazlo—le coge por el mentón y los predadores orbes añiles le erizan la piel—Come.

Continuará ... 

Ya los vi almas pecadoras eh jajajaja 

AMBIVALENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora