sal amb mi

623 77 7
                                    

—¿¡Que esa perra te dijo qué?!

—Tranquila fiera.

Su expresión había pasado a transformarse a una que daba miedo. Parecía la mirada de una asesina en serie. Era mejor que nadie la hiciera enojar.

—Me va a escuchar esa maldita teñida —formo sus manos en puños.

—Creo que es su cabello natural.

—Pff, si claro. Y mis uñas también lo son —presumió sus largas uñas de mentira.

—Solo está un poco resentida...

—Pero ya no es una niña, tiene que dejarlo ir.

—Es lo que intenté decirle antes que me diga zorra.

—Tienes que decirle a David —se recostó de lado con una mano apoyada en el mentón.

—¿Para qué? No quiero generar discordia.

—Ay, amiga mía. Eres demasiado buena para este mundo —negó con la cabeza.

—Así que David se fue así, sin decir nada —cambie de tema.

—Así es. Dijo que tenía cosas que hacer.

—Ah.

Cuándo había llegado de hacer las compras los únicos que quedaban eran los mellizos que se fueron ni bien despertaron. Y David simplemente había huido, o tal vez si tenía que hacer cosas importantes.

Ingenua.

—Deja de pensar tanto —la voz de Becca me trajo de vuelta—. Cuéntame que hicieron anoche.

—¿Eh?

—Vamos, qué estaba algo drogada, pero igual escuché algunos ruidos —me miro con picardía.

—N-nada —mis mejillas comenzaron a arder de tan solo recordar el momento.

—¡Mentirosa! —se acercó—. Mírame a los ojos.

Mierda. No podía mirarla a los ojos y mentirle.

La mire a regañadientes.

—Pasaron algunas cositas —dije apenas audible.

—¿¡Qué cositas!? —me observó fijo, esperando una respuesta.

—¿De veras quieres que entre en detalles? —me eché para atrás en la cama, ocultando mi rostro entre mis manos.

Cada vez que recordaba lo que había ocurrido en esta misma habitación sentía una mezcla de vergüenza y excitación.

—Madre mía... Vas pillada realmente, eh.

—¿Pero qué dices? —me incorpore, echándole una mirada furtiva—. Ni lo conozco. No sé ni cuál es su apellido.

Ahora que caía en cuenta no sabía absolutamente nada de él.

—Al menos sabes que esta que se parte solo...

—¡Becca!

—¿Qué? Es verdad. No necesitas saber tanto para pasar un buen rato.

—No se sí solo quiero pasar un buen rato y ya.

—No sabes si lo quieres, pero lo necesitas, nena.

—¿Me estás diciendo necesitada?

—Solo digo que no pienses tanto las cosas.

—No lo sé...

—Mira —me tomó las manos mirándome con seriedad. Un concejo se venía, de seguro—. Eres muy sentimental cariño, y yo no es que no lo sea, eh. Sólo que trato de no demostrarlo tanto. Tal vez sea un consejo de mierda, pero a mí me sirve.

El amor vs el zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora