una proposta... i una ameça?

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Un mes después.

Todo parecía marchar de maravilla en el último mes, las cosas parecían encaminarse cómo debían y no podía estar más feliz por eso.

A Becc la notaba mucho mejor con Bruno desde que le había confesado eso que la torturaba, y cómo consecuencia estaba mucho más abierta a él. Estaba emocionada con esa parejita tan linda que se había formado.

Seguía siendo mesera a pesar que la venta de mis pinturas no me estaba yendo para nada mal —era por ganar un dinero extra—, en el último mes había tenido más de cinco pedidos, la felicidad no cabía en mi cuerpo al ver que mi sueño se estaba haciendo realidad y en el orgullo que estarían sintiendo mis padres desde donde estuvieran.

También había hecho de cupido entre José y Samu, el primero me había suplicado que le sonsacara información a Samuel, y efectivamente, le parecía un chico sumamente interesante. Tuvieron su primera cita hacía una semana y José no paraba de hablar de eso en el trabajo.

Y para mi sorpresa, Lisa y Manuel habían tenido un flechazo en mi fiesta —la cual había terminado en un fracaso total— de la venta de mi primera pintura. Manuel la iba a buscar a la salida del trabajo y se los notaba muy acaramelados. Eso también me ponía feliz, los dos hacían una gran pareja.

Y finalmente, estábamos David y yo. Estaba cada día más enamorada de ese hombre y de sus detalles, cuando parecía que no podía sorprenderme más, lo hacía, cómo hacía dos semanas atrás que me había dicho que pusiera una muda de ropa cómoda en un bolso y comenzó a conducir casi toda una noche hasta una playa apartada pero preciosa. Vimos un amanecer espectacular mientras hacíamos el amor, bueno, unas cuántas veces a decir verdad.

Aún no me podía creer que finalmente había encontrado una persona que me valorara cómo siempre debieron hacerlo. Por otro lado, también había estado trabajando en mi autoestima y amor propio, la ausencia de la voz de mi consciencia recalcando cosas negativas era un claro ejemplo.

Mi terapeuta, Rose, estaba muy feliz por mi proceso. Si, había empezado sesiones con ella y no sabía cuánto lo necesitaba hasta que había puesto mi culo en el sillón de su consultorio y había hablado sin parar dos horas.

Con respecto al mensaje anónimo de la última vez, ya no había vuelto a pasar. Me había dejado intranquila un tiempo, pero preferí olvidarlo si no volvía a suceder, y efectivamente, ningún otro mensaje llegó a mi móvil de ese estilo.

***

—Aun no los abras —insistió David una vez más.

—Que no, hombre —bufe.

Me había dicho que cerrara los ojos que tenía una sorpresa para mí y me tenía ansiosa el hecho de no poder ver nada.

—Ábrelos —dijo por fin.

Lo primero que vi al abrir mis ojos fue una pequeña cajita sostenida en las manos de David de un color azul cómo mis ojos.

—¿Qué es? —mi expectación era palpable.

—Averígualo por ti misma —me tendió la cajita la cuál tomé con ansias.

Mi corazón se aceleró un poco cuando vi que el contenido de esta era una llave con un dije decorativo del símbolo de mi signo, piscis. Fruncí el ceño sin saber que significaba esto.

—Mmmh, ¿Gracias?

—¿No te das una idea de donde pueden ser esas llaves? —enarco una ceja mientras reprimía una sonrisa.

—¿No? —seguí observándolas con confusión.

—De nuestro hogar, cariño —lo mire con los ojos de par en par—. Son de mi apartamento, pero si me dices que sí, a partir de ahora también será tuyo.

El amor vs el zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora