no ets pel meu fill!

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David frunció el ceño al leer el mensaje.

Mascullo algo ininteligible en catalán por lo bajo.

-Quizás sea alguna admiradora tuya -intente bromear.

-Estoy preocupado, Sara -negó con la cabeza aún viendo el mensaje.

-No te preocupes tanto... -coloque mis manos alrededor de su cuello atrayéndolo hacía mi.

-Pero me has dicho que Bruno intento localizar el número y ya no existía. ¿Quién se tomaría el tiempo de romper el chip si es una simple broma?

Tenía razón y lo sabía. Pero me costaba admitir que alguien quería jodernos cuándo todo estaba marchando mejor que nunca. Solo quería felicidad por un momento sin pensar en nada mas.

-Lo sé, cariño, es una puta mierda -pareció leer mis pensamientos.

-¿Por que justo ahora que las cosas empezaban a marchar bien?

-Nadie podrá arruinar esto que construimos -aseguro con firmeza.

-¿Cómo estás tan seguro?

-¿Confías en mí? -asentí-. Todo irá bien -me rodeo con sus brazos en un abrazo confortable.

-Eso espero..

~•~

Los pasillos del supermercado estaban desiertos, algo extraño, ya que siempre estaban abarrotados de gente.

Coloque las cosas necesarias para sobrevivir una semana en el carrito. Hoy me tocaba a mi venir a hacer la compra, pero no era algo que me disgustaba hacer a diferencia de mis dos mejores amigos que se aburrían.

Una vez que estuvieron todos los alimentos de la lista dentro del carrito, entre ellos, los cereales favoritos de Becc y el zumo favorito de Bruno y mío, me dirigí a pagar.

-¿Efectivo o tarjeta? -pronuncio de forma hostil la cajera.

-¡Hola! ¿Cómo estas? -exagere mi amabilidad-. Efectivo, por favor.

Por mas que traía un mal día no iba a dejar de ser amable. Pero al parecer ella no pensaba lo mismo porque solo me miro con mala cara, recibiendo el dinero y entregándome el vuelto.

-Adiós -me despedí, solo recibiendo un gesto con la cabeza por su parte.

¿Qué clase de atención al cliente era esta?

Me mordí los labios conteniendo las ganas de regresar y decirle algo.

A la salida alguien golpeo mi hombro con su cuerpo de forma brusca.

-Mira por don -me interrumpí al ver de quien se trataba.

Lo que me faltaba para terminar el día de la mejor manera.

-¿Sofia, verdad?

-Sara -fingí una sonrisa.

Me observo con aires de superioridad. Vestía con ropa de marca que yo no habría podido costear en mi vida, y su peinado se veía impecable. Literalmente, ni un mechón de cabello se escapaba de su pulcro recogido.

-Ah, lo había olvidado. Ya con tantas chicas que me presento mi hijo, olvido los nombres.

-Descuide.

Recordé lo que siempre decía mi psicóloga:

No tienes que darles la importancia que ellos quieres que les des.

-Que coincidencia encontrarte, querida, estaba dando una vuelta por la ciudad antes de partir a Barcelona.

-¿Se van? -intente disimular mi felicidad tras una mueca de decepción.

El amor vs el zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora