en aquesta i en ultra vida

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Lo primero que oí al despertar, fueron gritos. Mis ojos tardaron en acostumbrarse y enfocar a las dos figuras de las que provenían dichos gritos.

Mark y Judith forcejeaban. Enfoque mi vista en Mark, se lo veía realmente enfadado con Judith. No lograba entender la causa de la pelea, pero Mark observaba un móvil con furia. Me sobresalte cuando lo estallo contra el piso para luego pisarlo con fuerza repetidas veces.

¿Qué coño había pasado?

—¡Eres una inútil! —grito con fervor, Mark. Se tiraba del cabello con amargura mientras musitaba palabras por lo bajo.

—No llegue a decirle nada —contesto Judith con la cabeza gacha.

—Eres débil... Nunca debí confiar en ti. Preparare las cosas para marcharme con Sara a mi antigua casa.

—¿Piensas tenerla ahí por siempre?

—Dime, Judith... ¿Quién cojones te hizo cambiar de opinión tan rápido? ¿El idiota ese? —con cada palabra que pronunciaba su rostro se iba enrojeciéndose y sus venas marcándose.

Parecía fuera de sus cabales... Realmente parecía mal de la cabeza. O simplemente, era un maldito psicópata.

—David dijo...

—¡Te mintió, imbécil! —Judith pego un salto ante el grito de Mark—. Te quería sacar información, joder —elevo los brazos para arriba, poniendo los ojos en blanco.

—Perdóname —rogo Judith, con la cabeza aun cabizbaja.

—Si quieres a David para ti, esa no es la forma. Cuando Sara y yo nos marchemos, tú tendrás el terreno preparado para consolar a David.

—¿Y si no me perdona?

—Ese ya no es mi problema —le lanzo una mirada de indiferencia.

Cerré los ojos con rapidez al ver que Mark comenzaba a dar pasos hacia la puerta. Sentí que se detuvo frente a mí por un instante. Podía sentir su mirada clavada en mi cuerpo. Momentos después volví a oír sus pasos retomando su marcha.

Se había enfrentado con Judith... Era mi oportunidad para ponerla de mi lado.

~•~

David

Íbamos a una distancia prudente de los detectives, pero aun así, sabían de sobra que íbamos detrás de ellos. La detective Ángela que a su vez también iba de co-conductora no paraba de llamar a mi móvil.

—¡Esos hijos de puta! —grito Becc enfurecida.

—No puedo creer que sean tan enfermos como para llegar a hacer algo así... —Bruno apretó la mandíbula al pronunciar esas palabras.

Jamás lo había visto así. Ese chico tranquilo y pacifico al que había conocido se había ido para darle lugar a este lleno de ira y resentimiento.

De solo imaginar a ese asqueroso tipo poniéndole las manos encima a Sara, me daban ganas de romper todo. No me consideraba alguien violento, pero si tuviera en frente a Mark no sabía con certeza que de lo que podría llegar a ser capaz de hacerle.

Y luego estaba Judith... Desde que la conocí aquella vez cuando éramos niños algo de ella no me había cuadrado. No sabía con exactitud que era, pero demostraba comportamientos algo obsesivos para solo tener diez años. Lo peor vino cuando nuestros padres y también socios se pusieron de acuerdo -o más bien, decidieron- que el negocio daría muy buena imagen si sus hijos mantenían una relación. Yo no me opuse —cosa que ahora lamentaba con mi vida—, porque solo tenía dieciséis años y Judith me atraía bastante. Solo era un estúpido niñato que le decía que si a los caprichos de su padre.

El amor vs el zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora