homicidi i dol

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Un pitido agudo invadió mis tímpanos, impidiéndome oír lo que el oficial seguía diciendo del otro lado.

El móvil se resbalo de mis manos cayendo al piso con fuerza.

Mi pecho se contrajo por causa de un fuerte pinchazo doloroso en la zona. Me deje caer al piso de rodillas sin importar el crujido que estas hicieron al impactar de lleno contra la dureza de este.

Vi que David cogió el móvil, llevándolo a su oreja y oyendo lo que decían del otro lado. Dijo unas cuantas palabras que no logre comprender y colgó.

Se tiro al piso cubriéndome en un acogedor abrazo.

Las lágrimas no querían ceder. Veía todo a mi alrededor tan irreal, tan nubloso.

—Cariño —hablo David en un susurro.

Las palabras se quedaron atoradas en mi boca. Solo logre musitar un par de balbuceos ininteligibles.

¿Que había dicho el oficial?

¿Qué Lucas estaba muerto?

¿Mi Lucas? ¿Muerto?

No podía ser cierto... Tenía que ser otra persona. No podía ser él. No mi hermano. Lo único que quedaba de mi familia se había desvanecido...

—Dime que no es cierto —suplique con la voz temblorosa.

—Lo siento mucho —susurro en respuesta acunando mi rostro entre sus manos.

—¿Como fue?

—Quizás cuando estés más tranquila podamos hablar mejor, Sa.

—¿Como fue? —exigí con firmeza.

—Homicidio _respondió con pesar.

—¿Qué? No. No. No _negué repetidas veces con la cabeza—. No. No puede ser. David —lo mire con desesperación—. ¡Dime que no es cierto! Que todo esto es una maldita broma de mal gusto. Por favor... —suplique con mi voz quebrándose de a poco—. Dime que no es verdad.

—Por favor... —seguí suplicando ya sin fuerzas en mi voz, sin recibir respuesta por parte de David.

Este solo se limito a abrazarme con fuerzas.

Había enterrado a mis padres y ahora también tenía que enterrar a mi hermano. Era demasiado sufrimiento; ya no cabía en mi cuero, ni en mi alma.

Dolía como el mismísimo infierno. Me sentía completamente desbastada.

¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tenía que volver a pasar por esto?

Cuando por fin lo había recuperado, de un segundo a otro, me lo arrebataron. Para siempre.

Un mes después.

Según mi psicóloga había cinco fases en un duelo. Yo pase de la negación, a la ira, y actualmente, la depresión; todo eso en tan solo un mes. Lejos estaba de pasar la negociación y la aceptación.

Mi psicóloga me había dicho que para que haya una aceptación necesitaba saber lo que había ocurrido con mi hermano, quien había sido el causante de su muerte, y quizás cuando eso suceda, finalmente aceptara que Lucas ya no iba a estar más conmigo, ni en este mundo. Y no era por ser pesimista —aunque sinceramente si lo era, y mucho— pero no creía que el saber quien había sido el causante de la muerte de mi hermano, consiguiera paz de la noche a la mañana. Lo dudaba.

La semana pasada había sido el cumpleaños de David, pero él había sido muy comprensivo al respecto al decir que no le importaba eso en ese momento, que ya habría tiempo de sobra para festejar. Recuerdo haberlo mirado y haberle dicho:

El amor vs el zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora