—Mi nombre es Sara y seré su mesera está noche, ¿Ya decidieron que quieren ordenar?
—Queremos pastas a la carbonara —contesto una chica de unos veinte años de edad.
Luche por no reír cuando recordé el intento fallido de David con su supuesta receta especial y exquisita de pastas.
—Muy bien. ¿Para beber?
—Dos coca colas light —respondió un chico que también se encontraba en la mesa.
Sonreí de forma amable para encaminarme a la barra, donde se encontraba David vertiendo cerveza en dos vasos. Lisa me sonrió cuando me vio, cogió los vasos y los llevó al sector de mesas donde le tocaba atender.
David me sonrió seductoramente al verme aparecer.
Vestía todo de negro —y debía destacar, que le quedaba malditamente sexy—, con una camisa arremangada hasta los codos, la cual dejaba ver una parte de su brazo tatuado. Sus jeans se ajustaban perfectamente en las partes en que debían hacerlo. Y ni hablar de sus rizos que lograban hacerme perder la cordura. Incluso dolía verlo y no poder abalanzarme a besarlo.
—¿Te gustan las vistas? —sonrió de lado alzando una ceja.
¿Tan obvia era?
Si, lo eres.
—Estaba pensando en que bebidas me habían pedido —guarde silencio un momento fingiendo pensar—. ¡Ah! Unas cocas light.
—Tus mejillas rojas no dicen lo mismo.
—Es que hace calor —replique.
—Sí. Mucho calor —me observó fijamente provocando sensaciones que no se podrían contar en público.
—¿Me das las cocas? —fije mi vista por todos lados, menos en sus ojos.
—Te doy lo que quieras, cariño.
Oh mi dios.
Tranquila. Respira. Pareces una adolescente con las hormonas disparadas.
Técnicamente se podría decir que sigo siendo adolescente y que mis hormonas viven disparadas desde que conozco a este hombre.
Sí, claro, culpa a tu supuesta adolescencia.
Me tendió los vasos con los refrescos, y por un momento no pude despegar mi vista de él. Sus labios me llamaban constantemente y era algo que me estaba siendo cada vez más difícil de controlar.
—Sara —me llamó. Asentí, esperando a que continuara—. No puedo negarte que en este momento te pondría sobre la barra y te haría todo de tipos de cosas que sin dudas te encantarían —pronuncio en un tono más bajo para que nadie más que yo, pudiese oírlo.
—David —abrí los ojos de par en par—. No digas esas cosas aquí.
El calor que emanaba de mi cuerpo no era normal. De repente sentí que mi temperatura corporal había llegado al límite.
—¿Y en otros lugares sí? —sonrió de forma pervertida.
—Cállate. Nos van a oír —di un disimulado escaneo a mi alrededor, pero todo el mundo parecía centrado en sus cosas.
—¿Te pongo nerviosa?
—¿Qué? No —mentirosa.
—¿Y qué me dirías si te propongo ir a mi apartamento cuando terminemos aquí? Como aquella vez —dio alusión a la vez que nos conocimos.
ESTÁS LEYENDO
El amor vs el zodiaco
RomanceÉl tan libra y ella tan piscis... Él un ser libre y ella una prisionera de sus propios pensamientos... ¿Podrán dos opuestos, desafiar al universo? ~•~ Sara Ruiz tiene veinticinco años, trabaja de camarera, y en secreto, pinta cuadros. También está u...