Capítulo 29

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¡Eyy!

Capítulo nuevooo, uno cortito pero bonito.

No se olviden de interactuar con la historia, mi parte favorita de publicar es leer sus comentarios ♡♡♡♡

29

LEI

—Fue mamá quien llamó— dije. Sintiendo cierta pesadez en mi pecho al mencionarla.

—¿Llamó para disculparse?—preguntó él, con un atisbo de esperanza en sus ojos.

Quería lanzarme a sus brazos y sollozar sobre él. Lo primero que me había surgido en la mente fue aquello.

Matt debió de ver la respuesta plasmada en mi rostro. Abrió sus brazos justo para recibirme en un cálido abrazo sobre su regazo.

Los chicos uno a uno habían subido a sus habitaciones, para dejarnos solos en el salón.

A veces sentía que éramos como un matrimonio que tenía que esperar a que sus hijos no estuvieran presentes para hablar de los temas serios como las deudas o problemas en sus escuelas.

Su olor viajó hasta mi nariz permitiéndome respirar nuevamente. Inspiré una vez más mi nuevo antídoto contra los días amargos antes de comenzar a hablar.

—No, solo quería mencionar que Link visitará la ciudad la siguiente semana— suspiré esbozando una sonrisa triste sobre su cuello.

—Eso es bueno ¿no? Podrás ver a tu hermano— dijo acariciando distraídamente mi cabello.

—Sí— respondí sin mucha emoción.

En verdad estaba feliz de que viniera. No había pasado tanto tiempo y ya lo extrañaba a montones. Pero aunque tuviera eso bueno, mi mente se quedaba enfocada en el contraste a su lado.

Matt alzó mi barbilla con la punta de sus dedos e inclinó su cabeza para que nuestros ojos se encontrarán.

—No te ves feliz— sentenció seriamente.

—Lo estoy.

—No puedo verlo en tus ojos.

Parpadeé repetidamente para demostrarle lo contrario y él negó con la cabeza.

—Tendré que buscarlo en tus labios.

Y me besó.

Un beso que no sabía que necesitaba con tanta desesperación. Posó sus labios sobre los míos con delicadeza a un ritmo perfecto, abrió mi boca con la suya y encontré un nuevo antídoto.

A ese paso me haría invencible.

Cuándo se separó una sonrisa se escapó por mis labios.

—Ahora lo veo— dijo, burlón.

—Eso es hacer trampa.

—¿Trampa?

—Sí, porque a tu lado no puedo evitar ser feliz.

Las palabras salieron de mi boca antes de percatarme de lo cursis que sonaban. Estuve muy tentada a taparme la boca como una niña pequeña cuando soltaba algo que no debía, pero en realidad no me arrepentía de haberlas dicho. Porque no eran mentira y quería que él lo supiera.

Permanecimos unos segundos mirándonos fijamente, hasta que él esbozó una sonrisa.

Vale, era una persona muy sonriente pero sus sonrisas solían ser muy diferentes para cada ocasión. Y la que admiraba en ese momento era de las más cálidas.

Se inclinó levemente hasta que nuestras narices se tocaron y con un movimiento me dio un tierno beso de esquimal que no sabía que quería recibir, para luego besarme apasionadamente.

No necesitaba escuchar su respuesta porque todo en aquello me lo estaba gritando.

Se separó levemente poniendo sus manos en mis mejillas y con su pecho subiendo aceleradamente. Nuestras frentes se tocaban al igual que nuestros alientos.

Plantó un beso casto en mis labios y continuó jugueteando con mi cabello como lo hacía antes.

—¿Qué más te dijo tu madre?— preguntó, nuevamente con ese tono de preocupación.

Siempre había tenido buena memoria, pero él me hacía olvidar todo con solo besarme.

¿Buena memoria?¿Yo?

—Nada— respondí.

Y justo eso era lo que me hacía sentir peor. Nada. No me había dicho nada. Solo fingió que todo lo que me había estado carcomiendo durante semanas no había pasado, como si lo hubiera olvidado, como si no le importará lo suficiente como para recordar que por primera vez en mi vida no me había preguntado por cómo estaba.

Sabía que ella no sería capaz de olvidarlo.

¿Lo sabía?

O eso me obligaba a creer, pero era imposible no vacilar ante su indiferencia.

—Solo llamó me dijo lo de Link y colgó— suspiré.

No pude identificar la expresión en sus ojos, parecía decepción pero no era la más adecuada para leer a las personas.

Tal vez no sabía leer a otras personas. Pero no a Matt. Sabía leerlo, de la misma forma que él a mí. Las palabras no faltaban y las ganas de tocarnos sobraban.

No tenía que decirme nada para saber que estaba ahí para mí.

Nos acurrucamos más el uno al otro. Pegué mi cabeza a su pecho y en algún momento en el que mi mente dejó de correr en círculos, me quedé dormida escuchando su latir.

🎕

Cuando desperté estaba en mi cama con el edredón hasta el cuello. Estaba algo revuelto, pero por las orillas pulcramente acomodadas supe que Matt me había cargado hasta ahí después de dormir en el sofá.

Sentí una pequeña punzada de decepción al no encontrarlo a mi lado, pero aminoró al divisar una hoja doblada en mi mesita de noche.

Me estiré y la tomé, su letra diciendo:

He evitado eso de la felicidad, pero contigo no puedo. Porque tú lo eres.

P.D. Buenos días, pequeño girasol.

No supe qué fue lo que me hizo más abejitas en el estomago si la nota en sí o el pequeño corazón al final.

Después de más de diez minutos releyendo hasta que lo tuve tatuado en la mente, la dejé en la mesita nuevamente.

Había otra transcripción en la parte trasera.

O noches, si despiertas antes.

O tardes, da igual.

Nuestras Flores Amarillas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora