Capítulo 20

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¡Heyyy!

Un demasiado tarde, es que edité algunos capítulos anteriores porque tenían algunos errorcitos y fue más tardado de lo que esperaba. Sumándole que este capítulo me costó un poco escribirlo pero finalmente aquí está.

Disfruten, voten y comenten♡♡♡♡

Si tiene algún error mañana lo modifico jeje.

20

MATT

—Kristin ha querido que la acompañáramos— decía John.

No podía importarme menos lo que estuvieran haciendo ahí.

Tenía mi mirada fija en el idiota de Kevin que parecía tener los ojos pegados a Lei desde el momento que la saludo.

Los impulsos de arrojarme sobre él no cabrían en el edificio cuando Lei le estrechó la mano y el término besándosela con galantería, lo único que me había detenido era un extraño bulto que sujetaba mi brazo.

El extraño bulto era Kristin, que para entonces de alguna manera ya había conseguido quitármela de encima.

Ella y John hablaban de no sé qué cita con un estilista.

Mejor dicho Kristin hablaba de su cita y John se quejaba de ella.

¿Cómo es que Lei había terminado tan apartada de mi?

Intenté acercarme a ella para tratar de oír que tanta estupidez salía de la boca de Kevin, pero Kristin me retuvo por el brazo.

Tom, que no había dicho ni una palabra y había mantenido su mirada en mí, sonrió arrogantemente antes de ir a pararse del lado libre de Lei.

No podía descifrar su expresión del todo, Lei siendo un libro abierto, sonreía amablemente pero tenía otra expresión diferente en su rostro. Fuese lo que fuese tenía que quitar a esos dos idiotas de su lado.

—Mi cita no es hasta dentro de media hora.— Kristin alzó la voz para que Tom y Kevin le pusieran atención, pero fue ignorada olímpicamente.— Podríamos ir todos por un café o algo.

Joder, no quería estar cerca de ellos ni en la fila de sanitarios y ahora querían pasar por lo menos media hora juntos.

Ya lo creo.

—¿Helado suave?— preguntó Lei, acercándose felizmente.

Y ahí estaba esa sonrisa que a mi tanto me gustaba.

Tom y Kevin parecían tener sus ojos pegados a ella.

Joder, me moría por rodearla de la cintura y dejar el mensaje más en claro. Me moría por hacerles saber —Y no solo a ellos, si no a todos— que ella era mi chica.

Me moría por besarla, por sentir sus labios bajo los míos, por tocarla, por escuchar los sonidos que haría.

Me moría por tenerla.

Los acontecimientos de hoy solo aumentaban todo. Sus labios sobre mi lóbulo, su cabeza sobre mi pecho, sus manos sobre mis hombros y sus piernas entre las mias.

Era en lo único en que podía pensar. Ella era lo único que estaba en mi mente a todas horas.

Sin embargo, era yo el que no daba el primer paso.

Era yo el que no la había besado aunque me moría por ello y estaba seguro de que ella se sentía igual.

Me aterraba la idea de hacerlo, no por el rechazo, funcionaríamos a la perfección por un tiempo, pero ¿qué pasaba después?

Nuestras Flores Amarillas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora