Capítulo 47

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Okay, pero ¿porqué me da tanta tristeza que la historia ya vaya a terminar?

Tres capítulos más y voy a estar extrañando a estos como no tienen idea.

He leído algunos en los últimos días, y por un momento olvide que lo he escrito yo. Estoy bastante orgullosa, apesar de que sé que tiene algunas cosillas que mejorar  espero que haya cumplido con el objetivo de ser un escape cuando lo necesitaban, como lo fue conmigo.

Gracias por seguir leyendo, por votar y comentar♡♡♡


47

MATT

Abrí los ojos y él mismo escenario de mis pesadillas estaba frente a mí. Mis ojos me escocían, mi brazo izquierdo dolía como un demonio, me dolía el cuello y sentía algo cálido escurrir por mi pómulo. Sabía que tenía que girar hacia mi lado, pero me daba miedo tener que revivir todo.

Me dolía todo.

Giré mi cabeza lentamente y ahí estaba ella.

«No encuentro su pulso. No encuentro su pulso»

El recuerdo comenzó a resonar en mi cabeza y no supe qué hacer. Me congelé.

No podía respirar.

Mis ojos solo estaban fijos en la sangre que la cubría. Su rodilla destrozada. Los fragmentos de vidrio brillando sobre ella. Su herida en la cabeza. Su cuello parecía no tener el mínimo movimiento señal de su pulso.

Su pulso.

No podía estirar mi mano hacia su cuello. No podía hacerlo todo de nuevo.

Permanecí mirándola o lo que alcanzaba a ver de ella. Mi vista estaba nublada y me sentía mareado. Pestañeé un par de veces para desaparecer los puntos blancos o quizás eran negros. No importaba porque mi mayor miedo seguía enfrente de mí.

Kaya estaba frente a mí exactamente como aquella noche.

Y él mismo pitido sonaba.

Era como si estuviera de vuelta en mis pesadillas. Como si la reviviera.

Mi respiración comenzó a volverse más pesada como una alarma de lo que venía. Las puntas de mis dedos pulsaban en un cosquilleo. Estaba teniendo un ataque.

Mis ojos comenzaron a traicionarme. Solo quería salir de ahí. Solo quería sacar a Kaya de ahí, pero no podía ordenar a mi mente hacer nada.

Comencé a escuchar los miles de sonidos de la calle, autos deteniéndose, bocinas sonando, murmullos de personas en las aceras, era demasiado.

No podía salir. Había algo oprimiendo mi pecho, intenté romperlo. Necesitaba salir de ahí, rasguñe la tela del cinturón de seguridad pero no cedía. Comencé a retorcerme con desesperación, buscaba el botón para desabrocharlo, pero mi brazo dolía demasiado y mi vista no servía de nada.

Mi garganta dolía, creo que estaba gritando.

Giré mi cabeza en todas direcciones y me detuve cuando vi el cuerpo a mi lado.

No era Kaya, sino Lei.

Lei era la que estaba en el asiento de al lado. Y sus esmeraldas no me miraban como siempre. Sus ojos estaban cerrados, pero no como solían estar mientras dormía, sino de una forma que hacía que el peso en mi estómago me hundiera un poco más.

Nuestras Flores Amarillas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora