Capítulo 24

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Capítulito nuevo.

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MAGI064♡♡♡

24

MATT

Su rostro era la viva imagen de la perfección.

Joder, era la persona más hermosa que había visto o vería en mi vida. No me cabía duda.

Su piel era de un dorado, como la arena que solo hacía resaltar lo extravagantes y absorbentes de sus ojos verdes.

Jamás había visto un verde como aquel, era como laurel pero con un brillo más intenso y algunas motitas de gris perla.

Estaba tan sumergido en sus ojos y en lo que transmitían, que había olvidado lo que había regresado a decirle. Sus labios se movieron cuando hablo. Y de pronto, me encontraba sumergiéndome en ese rosa pálido disfrazado con un rosa más fuerte.

Había estado sumergido en todos esos colores. Tantas veces. Por tanto tiempo, todo mi ser gritaba por la necesidad de acercarse y besarlos. De besar cada una de las tonalidades que Lei era.

—¡Leiii! ¡Maaatt!— Iba a matarlos.— Diganle a Jess que no puede usar tacones.

No procese que acababa de escuchar, pero si el hecho de que se las habían arreglado, nuevamente, para arruinar el momento.

—Mierda— refunfuñe, y Lei se rió a mi costa.

Era muy difícil permanecer enojado cuando sonreía así. Hice mi mayor esfuerzo en que mi semblante permaneciera en una mueca cuando me aparté.

Por segunda vez.

Antes de salir por la puerta a averiguar qué diablos sucedía abajo, le dí un rápido y suave beso en la mejilla.

Ojalá y pudiera ser en esos bonitos labios.

Pero si algo había aprendido durante mi estadía en esa casa de locos, era que gritos significaba peligro. Y prefería besar a Lei en circunstancias más seguras.

Salí y bajé las escaleras a toda velocidad, temiendo que a mitad de camino regresará a reclamar aquellos besos que nos habían sido robados.

De haber sabido lo que me esperaba en el salón hubiera dado media vuelta y marchado con ella a cualquier otro lugar.

Jess estaba en unos pantaloncillos cortos para hacer ejercicio, bastante normal. Hasta que caminó apresuradamente, tanto como le fue posible, hacia mí.

Llevaba unos tacones de aguja inmensamente altos, ni siquiera creí que fuera posible que existieran o que alguien se atreviera a usarlos.

—¡Diles!— me tomó del brazo, señalando a Sam y Lynn que se reían a carcajadas— ¡Diles! Diles que se puede ir así al parque.

—Jess— dije suavemente, dedicándole una mirada un tanto comprensiva. Debo de admitir que aún me encontraba pensando en un rosa pálido — Te romperás los tobillos.

—También la cara, si tienes suerte— dijo Jason, haciendo que le pusiera mala cara.

—No me importa, igual no pienso correr— alegó.

—Mierda, ¿entonces qué piensas que se hace en los parques?— Le hice una seña a Jason para que me dejara manejarlo.

Jess, ¿por qué tienes que usarlos?— pregunté, tranquilamente.

Nuestras Flores Amarillas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora