Capítulo 10

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Elena miró por la ventana, otra vez. Era su segundo día de castigo, y le faltaban 89 días de confinamiento.

Aquella mañana su padre entró cuando la joven salió al baño y dejó la puerta sin seguro, le quitó todas las cosas que usaba para dibujar, desde los regalos que su abuelita le dió hasta los bocetos, retratos y paisajes ya hechos. Le dijo que si seguía así, quemaría todo eso y jamás la dejaría tocar nada que tenga que ver con hacer una línea simple.

Elena suplicó, lloró y peleó para evitar que se llevara sus cosas, pero fue inútil y todo fue a parar a la basura. Tampoco importó que su madre saliera del baño enrollada en una toalla y el pelo lleno de espuma, ella también le reprochó la decisión que estaba tomando, y le advirtió que esa no era la manera.

Le dijo que cuando acabara de bañarse, hablaría con él y con ella aparte. Pero su padre le ordenó que no se metiera, que era un asunto familiar. Mala idea, su madre no dijo nada pero le dió una mirada que decía todo lo que pensaba y que se las cobraría más tarde. A ella le dió escalofríos verla actuar así.

Su madre nunca la defendió de su padre, jamás se metió en los pleitos y no la defendía cuando a ella la regañaban o castigaban de manera injusta, su madre también contribuía a los constantes reclamos de su padre, cubría a su hija en muchas ocasiones y, en otras, no le dirigía la palabra.

Pero sí creyó, esa vez, que él se estaba pasando con todo, había un límite que ella misma conocía y qué a su padre no le importaba. Las palabras de su suegra calaron muy hondo dentro de ella. Por más que la hayan criado, no eran los padre biológicos y que, tarde o temprano, regresaría la verdadera madre de Elena. Así que era mejor mantener las apariencias por si aquella mujer volvía.

Elena sabía que su madre la dejó y que se dedicó a la pintura como lo hizo su abuelita en su juventud. Había encontrado noticias sobre ella, obras que vendía a miles de pesos y que eran peleados por todas las personas, también sabía que tenía exposiciones en diferentes lados del mundo, veía fotos y hasta vídeos. Se parecían mucho, eran como gemelas nacidas en diferentes tiempos.

Suspiró cansada de todo, quería tomar un lápiz y ponerse a dibujar. Tenía en mente hacer una pintura grande, de la bahía, con las personas que visitaban o vivían ahí, además de agregar a su familia, a su abuelita y a sus amigas con sus familias; también, en el fondo, quería poder la silueta de su madre, deseando que pensara en ella o se acordara de ella de vez en cuando.

Así la encontró su madre al entrar a su habitación.

Sintió pena por Elena, le dolía verla así aunque nunca tuviera cariño por la adolescente.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora