Capítulo 23

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Pablo regresó a casa de Elena. Se había hecho tarde y ambos se moría de hambre.

Pasaron un rato agradable, hubo risas y pullas de parte de Elena quien siempre se burlaba, un poco, del joven, él respondió tomándola de las mejillas y, algunas veces, le robaba pequeños besos. Elena se quedaba callada y roja de la cara, pero en el fondo amaba que Pablo fuera así de cariñoso como lo era con ella.

Cuando volvieron, se encontraron a su madre sentada en el patio de afuera.

Estaba hablando por celular y parecía muy preocupada; se llevaba la mano al pelo varias veces, la veía suspirar y mover las manos con energía. Supo que algo malo había pasado; se acercaron los dos sin saber bien que decir una vez frente a ella.

Su madre sintió la presencia de Elena, levantó la vista dónde pudo ver sus ojos llenos de lágrimas y la preocupación pintada en ellos.

Tragó saliva y decidió tomar al toro por los cuernos.

—¿Qué ocurre? ¿Pasó algo malo con padre? —La mujer se levantó, abrió la boca pero se percató de la presencia de Pablo.

—Es mejor hablarlo en privado. No es por… menospreciarte, pero es un asunto familiar —Pablo entendió. Se despidió de ella como un amigo y se alejó de la casa—. Vamos, es mejor que te lo diga adentro.

Las dos entraron después de que Elena dejó su bicicleta en la entrada, fueron al sillón y se sentaron ahí, su madre tardó en hablar, parecía que buscaba las palabras adecuadas para revelarle a Elena lo que tanto la preocupaba.

Elena quiso tomarla de la mano, hacerle ver qué fuera lo que fuera a decir, que lo dijera de una buena vez y así no tenerla a ella preocupada.

—¿Pasó algo malo? —Su madre la miró con tristeza dibujada en todo su rostro.

—No —dijo, en un hilo de voz y quebrado. Le costaba trabajo hablar—. Es tu madre —Elena abrió los ojos sorprendida—. Va a volver, y quiere que te vayas con ella. Dice que planea meterte a una academia donde puedes aprender todo lo referente al arte y pintura, que te va a criar y a darte todo lo que te hace falta aquí —Eso indignó a Elena, mucho—. Dijo que estarás mejor con ella que con nosotros, que vendrá el lunes o martes para que te dé tiempo de empacar e irte con ella. Tu padre está haciendo lo posible para que no te vayas con ella, pero eres tú la que deberá tomar la decisión porque cree que nosotros te estamos obligando a negarte, incluso, a conocerla.

Elena apretó sus manos hechas puños, se levantó del sillón muy enojada y dió vueltas por la mesita de sala.

—¡No! Ella me abandonó a mí, no le importé en lo más mínimo y estoy segura que tampoco le importo ahora, muy seguro lo que quiere es mostrar que su hija heredó el talento de su madre y de su abuela, va a querer convertirme en lo que ella y mi abuelita fueron y son. No, yo no quiero irme con alguien que abandonó a su bebé por seguir una carrera, jamás me mencionó y jamás mostró señales de venir y querer verme. —Su madre desvió la mirada con culpa.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora