Capítulo 19

3 2 8
                                    

Elena notó como su padre se tensaba cada vez más, por cada segundo que ninguna de las dos hablaba o respondía a sus preguntas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elena notó como su padre se tensaba cada vez más, por cada segundo que ninguna de las dos hablaba o respondía a sus preguntas.

Observó cómo su padre pasaba la mirada por las cosas que le regalaron, lo vio hacer una mueca de desagrado junto a una de desaprobación, Elena se sintió cohibida por ello y se alejó de su madre para intentar proteger sus cosas de arte si intentaba entrar y quitárselas.

Lo que nunca imaginó, fue que su madre saltara a protegerla de lo que sea que su padre fuera a decirle.

—Son regalos que mandó mi hermano para Elena.

—¿El muerto de hambre? —Su madre se puso roja de la cara.

—No le digas así, sabes muy bien que ahora es uno de las personas más reconocidas en el mundo del arte y la pintura —Lo vio hacer una mueca llena de sarcasmo, incluso levantó las cejas con burla—. Y no hagas esa cara, odio que menosprecies a mi hermano por lo que es.

—No es culpa mía que sea todo un muerto de hambre. Además, te dije que Elena ya no volvería a hacer esas porquerías que tanto hace; así que tira todo eso de una buena vez, y no quiero volver y seguir viendo esa basura aquí arriba, o lo quemaré todo. —Elena abrió los ojos asustada porque sabía que su padre sería capaz de eso y más.

Bajó la mirada con tristeza, su padre se giró para salir de la habitación, y Elena sintió que toda esperanza de arreglarlo la situación con él, se iba de las manos.

—No —Escuchó a su madre decir. En segundos, él ya estaba de frente a las dos y las miraba sin creer lo que su madre dijo—. No lo haré. No voy a tirar lo que mi hermano le regaló a su sobrina. No voy a agachar la cabeza, no de nuevo, y defenderé lo que ella quiere ser por soy su madre, porque la crié desde bebé y veo el enorme talento que tiene en sus manos, en sus dedos. Si no eres capaz de verlo, no es mi problema, pero pienso apoyarla hasta donde llegue, porque eso hace una verdadera madre.

—No eres su madre biológica, así que quítate eso de cabeza. Y van a tirar eso si no quieren que sea yo quien lo haga. —Elena notó como su madre tomaba más fuerza.

—¿Por qué no eres capaz de verlo? ¿Por qué quieres que haga algo que no quiere? A ella le hace feliz todo esto, y hay que respetarlo. Te guste o no —Pero su padre no mostró ningún cambio; eso la frustró y pensó que perdía la guerra. Tomó el dibujo que hizo Elena de ella y se lo dio—. ¡Mira! ¿Qué ves así?

Lo tomó y lo examinó detenidamente.

—A ti.

—¿Qué más? —Le dió otra mirada rápida—. Dime, ¿qué vas puedes ver? —Examinó de nuevo el dibujo y, como si de una venda que cae de los ojos de la persona, su padre pudo ver lo que tanto hacía especial sus dibujos, sus retratos, sus ilustraciones.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora