Capítulo 22

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VIERNES.


Elena salió de la casa muy temprano. Quería estar lejos de su hermana, así evitar que se le fuera a la yugular por lo que hizo ayer con su lienzo.

Fue en su bicicleta al lugar que Pablo le enseñó, aunque había prometido no ir sola, no le importó en esos momentos ir sin compañía y sentarse en la orilla, admirar la belleza del mar, del sol y de la bahía, tal vez ahí podría dibujar algo para enfriar su cabeza como sus pensamientos.

Al cabo de tres horas, la joven se fastidió y fue en busca del estacionamiento donde estuvieron la última vez, prometió que le enseñaría a usar la bicicleta y eso haría. Estuvo en comunicación con su madre en todo ese tiempo que dibujó paisajes, el último que le mandó era explicándole a dónde iba y con quién. Su madre no tardó en responder que no tardara, que si pasaba algo, que no se fuera sola y que se mantuviera en contacto con ella.

Aunque era una zona con bajo índice de asaltos y asesinatos, el caso del tipo que se llevaba a las niñas de 6 a 12 años al bosque, tocó a todos en el lugar, porque tardaron 5 años en poder atraparlo y no sabían si trabajaba solo o eran más.

Así que Elena optó por hacerle caso a su madre, le hizo una llamada rápida mientras bajaba, se subía a su bicicleta que dejó escondida, guardó sus cosas y subió. Cuando se encontró de nuevo en la calle, rodeada de las pocas casas y de las pocas personas que empezaban a llegar de sus vacaciones, le avisó a su madre y colgó.

Llegó al lugar con rapidez, buscó aquel árbol donde compartieron su segundo beso, así se quedó esperando al joven quien no tardó más de 20 minutos en llegar. Se saludaron con un poco de pena y vergüenza, después, se pusieron a trabajar duro para que Pablo pudiera irse de la bahía sabiendo usar la bicicleta.

Cuando ambos se cansaron, Pablo fue a comprar unas galletas y agua en una tienda cercana, volvió y se sentó con ella a comer eso. Elena disfrutó muchísimo de su compañía, rieron, contaron anécdotas sobre ellos cuando eran pequeños y evitaron hablar de lo ocurrido el día anterior.

Aunque era un tema que no podían evitar por mucho tiempo.

—¿Cómo te sientes? —Elena lo miró interrogante—. Me refiero a ayer, ¿cómo te sientes? ¿Te arrepientes? —Su puso roja de la cabeza y bajó la mirada.

—No me arrepiento de nada, pero… —calló al recordar lo que pasó con su hermana.

—¿Qué pasó?

—Mi hermana rompió el cuadro que estaba haciendo, ¿recuerdas? Destruyó mi paleta, mis utensilios de pintura y vació toda la pintura en el piso; me dió mucho coraje, no pude evitar golpearla, me dejé llevar por lo que tenía guardado aquí. —Pablo tomó su mano con fuerza.

—Lo siento.

—No es tu culpa.

—¿Y qué dijeron tus papás?

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora