Capítulo 8

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Elena estuvo cabizbaja en todo el tiempo que inició la discusión, la pelea entre su padre adoptivo y su abuelita fue muy fuerte que, al final, no pudo evitar ser golpeado por el bastón de aquella mujer que no se dejaba de nada ni de nadie.

A sus más de 50 años, había aprendido a nunca tenerle miedo a nadie, a nunca dejarse sobajar ni tampoco humillar, algo que también le estaba enseñando a Elena para que se defendiera de ellos.

Claro, cuando su padre sintió los primeros golpes del bastón, corrió a esconderse detrás de su esposa e hija; su abuelita detuvo los golpes porque no quería lastimar a su nuera ni a su nieta.

La discusión continuó bastante tiempo, incluso podía ver el fastidio en la cara de Roxana y la resignación en la cara de su madre adoptiva. Decidieron sentarse en el sillón junto con Elena esperando a que terminaran de discutir de una buena vez.

Cuando ambos se quedaron sin más palabras para seguir atacandose, su padre le habló a las tres diciéndole que era hora de irse, y les prohibió, en especial a Elena, el venir a casa de su madre o las castigaría a las dos.

Elena quiso refutar la decisión de su padre, pero su abuela se adelantó en ello.

—No puedes prohibirme ver a Elena, recuerda que no es tu hija de sangre y la que decide en muchas cosas soy yo.

Su padre la miró encolerizado.

—Nosotros hemos pagado la educación de ella, la hemos criado y la hemos tratado como una hija de sangre, así que tenemos el derecho de escoger lo que es bueno para ella o no. —En eso, la mirada sombría que le dió su abuela la dejó helada en su lugar.

—Ten cuidado Sebastián, porque es posible que ella vuelva a reclamar lo suyo.

—¡¿Qué quiere decir con eso?! —Sin embargo, se dió la vuelta y se internó en la cocina sin responder a los llamados de su propio hijo.

Después de eso, los cuatro salieron de la casa de su abuelita, subieron la bicicleta de Elena en la camioneta de su padre, subieron al coche y se fueron de ahí.

Todos iban callados, no querían romper ese silencio que tanto los había embriagado después de aquellas palabras; Elena miró a la ventana sin realmente prestar atención a la hermosa vista que se alzaba frente a sus ojos.

Suspiró y pegó la cabeza en la ventanilla.

—Eso que hiciste fue muy imprudente —habló su padre después de un largo rato y tratando de parecer calmado, aunque se podía ver cómo apretaba el volante con fuerza—. Y más sabiendo que estás castigada.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora