Capítulo 30

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MIÉRCOLES

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MIÉRCOLES.


Elena no tuvo la oportunidad de entregarle a Roxana el retrato, se enteró que la joven entró a trabajar en una cafetería nueva en la bahía por las tardes, y salía a las 11 de la noche, se acostaba tarde por el trayecto y el tiempo que tomaba en bañarse, y se levantaba tarde.

Eso movió a Elena a buscar también un trabajo cuando fuera un poco mayor, cuando sintiera que sus padres le darían el permiso de trabajar en algún lugar.

Esa mañana, después de haber hecho lo de siempre, fue al cuarto de su hermana y tocó con suavidad la puerta; nadie respondió. Espero otros segundos y volvió a tocar, de nuevo, no hubo respuesta. Quiso probar su suerte entrando a la habitación y ver si estaba o no. Se sorprendió de ver el desastre que era la habitación de su hermana, con ropa tirada, accesorios del cabello y zapatos como otras cosas regadas por aquí y por allá.

Elena miró a la cama donde su hermana se encontraba durmiendo plácidamente. Fue a la cómoda, había maquillaje por doquier, quiso poner ahí el retrato pero no había el espacio suficiente.

Fue cuando tuvo la idea de limpiar el cuarto de su hermana, y lo hizo procurando no hacer ruido, sacó toda la ropa sucia en un cesto y salió cuando acabó, el retrato siempre sí lo dejó en la cómoda una vez dejó todo ahí limpio y arreglado.

Se sentía satisfecha por lo que hizo ahí dentro. Era una manera de mostrarle a su hermana que no le guardaba rencor y que nunca le guardaría odio, además, esperaba que el retrato ya enmarcado de la joven sirviera como una ofrenda de paz entre las dos.

Ese día quedó de verse con su madre biológica en casa de su abuelita, su madre partiría el mismo miércoles a una exposición de arte y pintura, así que le pidió verse antes de partir, no sabía cuándo volvería, pero esperaba hacerlo pronto. Elena accedió ir, más que nada por su abuelita.

Cómo estaría ocupada aquella tarde, le mandó un mensaje a Pablo para verse al mediodía diciéndole que estaría ocupada en todo el transcurso de la tarde y que era mejor verse más temprano. Pablo accedió verse en el estacionamiento. Fue corriendo a su habitación, se cambió de ropa, tomó el dibujo que hizo de él y salió de su casa como alma que la llevaba el diablo.

Llegó puntual al lugar, incluso unos minutos antes, se sentó en el árbol donde compartieron agradables momentos y esperó. Pero, para desgracia de Elena, Pablo nunca apareció.

Le llamó, no contestó.

Le mandó un mensaje, no lo leyó.

Quiso preguntarle a Víctor pero le daba pena que el chico fuera capaz de burlarse de Elena por enamorarse de su primo mayor, sabía que Víctor no dejaría ir eso tan fácil.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora