Capítulo 20

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JUEVES

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JUEVES.

Ese jueves Elena se levantó mejor de lo que se sentía, sus energías estaban renovadas y sentía que podía contra todo y todos. Eso sí, pensaba mucho en la reacción de su padre y que, en el transcurso de la tarde como de la noche anterior, no le había dirigido en ningún momento la palabra. Su madre habló con ella diciéndole que debía esperar un poco más, darle su espacio y el tiempo necesario para que pudiera pensar, meditar y recapacitar, que se arrepintiera de los errores que cometió con ella.

Elena aceptó gustosa, tomó su caballete, bajó a la parte de atrás y lo puso ahí, después fue en busca de uno de los lienzos nuevos, sus pinturas nuevas, las paletas y los utensilios así como un vaso de agua para ir lavando la pintura, se puso su delantal especial y se dedicó a pintar poco a poco aquella imagen que se proyectaba en su cabeza.

El mar, la playa, las personas que convivían ahí. Su familia, sus amigas, sus familiares y, al fondo, estaría su madre parada, muy alejada para que no dibujara su rostro, así como ella la tenía en mente desde niña. Aunque la conoció por imágenes, vídeos o fotografías, cuando ella la imaginaba, no podía verla con el rostro que veía en internet, más bien, la veía sin cara. Así que por eso le sería más fácil dibujarla a lo lejos.

Pasó parte de la mañana trabajando en ello, le costó un poco de trabajo poder utilizar las pinturas porque nunca había tenido unas, así como tampoco había usado una pequeña espátula o una esponja para dibujar, pero funcionaban de maravilla a la hora de usarlos, de plasmar lo que ella quería y de la manera que ella deseaba.

No se percató que alguien llegó, se paró a su lado y admiró no solo la destreza de la adolescente, también su talento y la hermosa imagen que se iba creando en el lienzo. Soltó una pequeña exclamación de asombro, eso asustó a Elena y la alertó al mismo tiempo, giró la cabeza hacia la derecha asustada.

Se alivió de saber que era Pablo y también se sonrojó bastante de que la viera pintando.

—No, continúa. Es hermoso lo que haces. —Sonrió apenada, pero sabía que no podría continuar si él miraba con aquella intensidad que tenía en sus ojos, algo que la dejaba casi sin aire.

Se giró y continuó tratando de no ponerse nerviosa, de no arruinar su más grande proyecto de verano. Lo hizo, dibujó un poco más hasta que se cansó, hasta que supo que los nervios la terminarían de traicionar y cometería algún error. Dejó la paleta y la brocha a un lado y se giró para encarar al joven quien no despegaba la vista del lienzo.

—Ya me cansé.

—¿En serio? No te creo.

Asintió soltando un suspiro fingido de cansancio.

—No es lo mismo una hoja de papel o de cuaderno a un lienzo así de grande. —Se cruzó de brazos tratando de creerle, ella respondió encogiéndose los hombros y, al final, Pablo tuvo que resignarse.

Un verano inolvidable #1 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora