2. Secuestro

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Olivia

¡iba a matarlo!

Ese gato había hecho con que Olivia se desesperara y ahora aparecía bien tranquilo.

Así que había estado en la casa de la señora Lena, quien apareció luego de Peludín por la puerta, con una sonrisa alegre.

-Señora Lena, le prometo que será la última vez- le aseguró. Lena negó con la cabeza.

-Pero si a mi me encanta una buena compañía, y ese gato es tan dulce- sonrió.

-No puede estar en su casa, él tiene una ya- dijo Amy mirando al gato enfadada.

-A mi no me molesta en absoluto, siempre que necesiten alguien para cuidarlo, aquí estoy yo, dispuesta- se despidió con la mano.

Olivia soltó un suspiro, miró al gato que parecía apenado y se encogió cuando notó una mirada fría sobre él.

-Peludín, espero que sea la última vez- Olivia lo miró con una ceja enarcada y el gato salió corriendo a la pequeña cocina para comer.

-No te entiende, ¿sabes?- Amy habló detrás de ella.

-Debería.

Jaiden

Davies se fue luego de tomar un bocado de la tarta que preparó Jason y de confirmar lo que Sophia le había dicho a Jaiden, así que lo seguirían por una semana y depende de los resultados, verían si dejar de hacerlo. A pesar de que Jaiden insistió diciendo que no le pasaba absolutamente nada, no lo convenció, al contrario, le aumentó las sospechas.

Últimamente, y lo admitía, había estado con la cabeza en otros lados, la habilidad le estaba dando fuertes dolores de cabeza y se debilitaba, tenía que encontrar la forma de que eso no sea así.

Se incorporó en el sofá y subió a la habitación para cambiar su ropa, tenía una misión que cumplir. Algo fácil.

En pocos minutos, volvió a bajar y salió de la casa para encaminarse hacia el edificio en donde vivía Paul, el jugador de Hockey que había matado hacía un día.

El chico le debía una considerable cantidad de dinero a Davies, pero Jaiden no se metía en esos asuntos, sólo recibía órdenes y las cumplía, pero no pudo ser así en este caso.

Paul no era un chico normal, era como él, como Jessie, como Jason, no era un humano al cien por ciento, y eso lo supo cuando, a la hora de llevárselo con Davies, vio su símbolo, era uno de ellos, eso estaba claro ya.

Y no podía arriesgarse, el chico al parecer no tenía su habilidad desarrollada y tan sólo con una bala de Davies, se descontrolaría por una emoción fuerte: el dolor, y eso era muy peligroso.

Olivia

Luego de su enfado con Peludín, preparó la comida para la noche y Amy se dedicó a limpiar la habitación de ambas, que era pequeña con dos camas, una mesa de luz entre ambas, una biblioteca y un armario grande.

Siempre trataban de mantener el piso elegante, como si fuese una casa lujosa aunque diminuta, de igual forma, no necesitaban mucho espacio, tan sólo eran ellos tres, y de vez en cuando eran cuatro, cuando Alex pasaba las noches allí, el mejor amigo de Amy, que no tiene un hogar fijo.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora