Olivia
En el coche había silencio, quizás era porque el desconocido no hablaba mucho y porque ella tenía la boca tapada con cinta. Él había dejado una cosa naranja y peluda en el maletero del auto y se había metido de inmediato al asiento del copiloto.
Olivia sentía que se desesperaba, temía a que le hagan daño, o que simplemente la maten sin rodeos.
Luego de unos cuantos minutos que se hicieron eternos, aparcó el coche en un estacionamiento oscuro y silencioso, podría jurar que incluso estaba vacío.
-Te quedas aquí, no hagas ninguna tontería- le advirtió el chico antes de bajar del auto.
¡¿Tontería?! Olivia estaba indignada y las lágrimas no dejaban de caer.
Sinceramente, algo le decía que no le haría nada malo, pero no se podía confiar en nadie con esas circunstancias.
Trató de calmarse y miró por la ventanilla, el chico ya se alejaba en dirección a una casa elegante y grande que había a un extremo de la calle. Encima de la enorme puerta, había un cartel que decía: El arte de la vida
Todo era demasiado raro para ella, sólo quería volver al edificio para recibir al hombre que traía la pizza y subir a su piso, para jugar con las chicas una partida de póquer y acariciar a Peludín en la cabeza mientras él trataba de robar la comida.
Incluso preferiría que Alex fuese, con tal de no estar secuestrada, o lo que sea.
Jaiden
Entró en la galería de artes y comenzó a caminar con más velocidad, no podía confiar en esa chica, quizás ya estaba escapando o intentándolo.
Se dirigió por los pasillos con paredes blancas cubiertas de cuadros sobre la naturaleza y bla bla bla.
Al fin llegó al sector que esperaba. Cuando estuvo frente al grande cuadro de la abuela de Davies (que era la puerta a la guarida), empujó para poder abrir la entrada.
Cuando lo consiguió, dejó un suspiro y miró a la izquierda y a la derecha, vaya ser que señorita-mal-salario lo hubiese seguido de alguna forma.
Estaba despejado.
Olivia
Se estiró lo más que pudo y su pie se colocó encima de la manija para abrir la puerta del coche. Sería difícil, pero tenía que intentarlo.
Al fin, consiguió bajarla hacia abajo y la puerta emitió un sonido que indicaba que podía salir, así que con el mismo pie, la empujó hacia fuera y se acercó para salir.
Cuando estuvo fuera, respiró el aire fresco.
Iba a matar a ese imbécil.
Salió corriendo en dirección a la casa en la que había entrado y pateó épicamente la puerta, que... estaba abierta.
Dentro, había una fragancia inexplicable, esos olores que te transmiten sensaciones, en este caso: peligro.
Se dio cuenta casi enseguida que era una galería de artes, repleta de cuadros sobre la naturaleza, pero, ¿qué hacía un hombre como aquel allí?
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El Legado Del Lobo (I)
FantasíaDicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso, la curiosidad no mató a Olivia, sino que dio un giro dramático a su vida. Cuando entró al departamento de su vecino al escuchar ruidos raros, no se había imaginado que allí estaría un chico d...