Olivia
Simplemente no podía creerlo. Sus padres adoptivos. Muertos. Envenenados, cortó luego de unos segundos al doctor Larry, una presión en el pecho crecía. Sin embargo, de sus ojos no salían lágrimas, no podía procesarlo, entenderlo. No lo lograba.
Comenzó a sentirse mal interiormente, se le formó un nudo en la garganta y sentía como si se ahogara, le faltaba el aire, o eso parecía. Sentía furia, rabia. Quería desquitarse, quería dejar de sentir eso que crecía en su interior, solamente quería olvidarlo.
Pateó la punta de la cama y el pie comenzó a dolerle pero lo ignoró y se cubrió el rostro con las manos cuando finalmente comenzó a llorar de angustia, impotencia y dolor.
No podía ser cierto, no debía. ¿Quién había envenenado a sus padres? ¡¿Por qué?! Y luego comenzó a pensar en Amy, ¿ya se habría enterado?
Supuso que no cuando, por la ventana, la vio a ella y a Victor jugando con Peludín. Y verla feliz hizo que deseara que nada cambiara. No quería verla mal, no quería ser la culpable de arruinar su alegría. No podía decírselo.
Jaiden
Pasó por la habitación de Olivia y vio por la puerta entreabierta que estaba tirada en la cama, y escuchó un sollozo. ¿Estaba llorando? Quiso entrar, quiso preguntar y confirmar si era cierto. Y si lo era, quería ayudarla, pero entendía que ella no lo quisiese cerca porque se sentía incómoda, y aunque deseaba de verdad entrar, se fue de allí.
Amy
Victor acariciaba la panza del gato que se relajaba entre sus dedos y ronroneaba plácidamente.
Ella soltó una risita cuando él puso una mueca al ser lamido.-Eres muy delicado, ¿lo sabías?- dijo ella, divertida. Él le puso mala cara.
-No te lo he preguntado- y miró hacia atrás, en donde Agustina regaba las flores que estaban cerca de una fuente en el patio trasero. La fuente era interesante, de piedras grises y viejas, con una escultura de lobo que lanzaba agua por la boca- Hace como una hora que está regando flores.
Se levantó y comenzó a caminar hacia su hermana, Amy se quedó allí por unos segundos, acariciando inconscientemente la cabeza del gato, pero luego lo siguió.
-Oye, ¿por qué tardas tanto regando las flores?- le preguntó él a ella y cuando la miró, cayó hacia atrás de un susto, Amy no lo comprendió y miró a Agustina.
Sus ojos se habían vuelto rojos y miraban hacia arriba, en continuo movimiento, como si ella no estuviese allí, solo su cuerpo.
-¿Qué...?- intentó preguntar Amy, entre el asombro y la confusión. De pronto, los ojos de Agustina cayeron hacia abajo y poco a poco volvieron a ser de su color habitual, castaños.
-¡Agustina!- la llamó su hermano y ella miró a todos lados, confundida- ¿Estás bien?
Ella asintió, poco a poco, adaptándose al ambiente.
-Sí, ¿por qué preguntas?- quiso saber, con un tono de voz que declaraba que estaba todo bien cuando en realidad, aquello no podría ser más extraño.
-¿De verdad? ¡Tus ojos estaban rojos y descontrolados!
-¿Eh? ¿Qué dices, Victor? Seguro has imaginado cualquier cosa, te he dicho que dejaras la películas- sacudió la cabeza, volviendo a regar.
-No, Amy también lo ha visto- dijo él y le pegó un manotazo a el regadero que se cayó al suelo y comenzó a tirar agua-. Ven, le pediré a Kane que te revise.
Y comenzó a arrastrarla del brazo hacia la casa, ella no protestó ni tampoco se soltó.
Amy dudó entre si seguirlos o quedarse allí, pero de verdad, ¿qué iba a hacer con ellos? Si no iba a ayudar en nada. Sacudió la cabeza y levantó el regadero, luego se dirigió a la fuente y se sentó el borde de ella, comenzando a mojar sus manos con el agua limpia.
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El Legado Del Lobo (I)
FantasiDicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso, la curiosidad no mató a Olivia, sino que dio un giro dramático a su vida. Cuando entró al departamento de su vecino al escuchar ruidos raros, no se había imaginado que allí estaría un chico d...