10. El plan era llevar al gato

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Olivia

-Sí que hace frío- se quejó ella, frotando sus brazos.

-Sí, y tu te pones esa cosa que no abriga en absoluto- murmuró él mientras la máquina pequeña escaneaba su ojo.

-Nunca la he usado y es linda- sonrió ella, mirando su chaqueta negra.

-Ah.

Ella suspiró y el portón comenzó a abrirse.

-¿Y tú hermana?- preguntó él, mientras se acercaba al coche negro aparcado entre los árboles.

-Se ha dormido, Jessie estaba con ella en la habitación- informó.

Él asintió y se metió al coche.

-No esperes que abra tu puerta- advirtió y para su sorpresa, Olivia no protestó, sólo soltó una risita y se subió también.

-Es raro estar cerca de ti ahora que sé que eres un hombre lobo- bromeó ella y Jaiden la miró con los ojos entrecerrados.

-Pensé que ya era raro antes, pensabas que era un secuestrador- sacudió la cabeza.

-De todas formas lo eras, estaba aterrada- dramatizó.

-Te paseabas por mi casa tranquilamente- frunció el ceño.

Ella, que era blanca como un papel, se puso roja como un tomate.

-No es cierto, trataba de acostumbrarme.

-Es decir... ¿pensabas que ibas a quedarte toda la vida?- sonrió él.

Ella volvió a reír pero enseguida adoptó su postura de no-eres-gracioso

-¿Y qué haré ahora? ¿Dónde viviré? ¿Qué cosa soy? ¿Una persona normal o soy como ustedes? Mi vida era más fácil antes de conocerte- bromeó.

Jaiden sintió un nudo en la garganta por... ¿haberle arruinado la vida a una joven de veinte años? U... ¿otra cosa?

-Auch- intentó bromear, pero ella no mostró un ápice de diversión.

-¿Qué haremos?- preguntó ella, y esta vez, sí lo miró.

Él notó desesperación, duda, frustración y desánimo en el rostro de aquella chica que días atrás vivía normalmente, con su hermana y su gato.

-No lo sé, Olivia...

-¿Puedes decirme Livvie? ¿O Liv? Sólo mis padres me dicen Olivia y se siente como un regaño cuando lo dices.

Él soltó una carcajada.

-No.

-¿No?

-No, te llamaré Olivia, ese es tu nombre, y suena mejor.

Ella le puso mala cara y sacudió la cabeza.

-Bien, como quieras.

-Espero que no tengas problemas con quedarte dentro del coche- murmuró él.

-¿Estás de broma? Voy a ir contigo.

-Hace mucho frío, Olivia. Además, Davies no sabe ni quién eres y no le gustará...

-Perfecto, nos presentaremos entonces.

Jaiden cerró los ojos y asintió con la cabeza.

-Bien, como quieras- la imitó.

En apenas unos minutos, aparcaron el coche en el estacionamiento del edificio que estaba cerca de la galería de artes, y aunque por un momento Olivia pensó que la dejaría allí sola y encerrada en el auto, Jaiden le abrió la puerta y esperó a que ella bajara.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora