35. Engaño

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Amy

Poco a poco, sus ojos comenzaron a adaptarse a la luz del espacio en el que estaba. Se veía como una habitación. Estaba tendida sobre una cama con los pies colgando al borde, allí había una biblioteca con varios libros, los cuales se le hicieron familiares.

Espera. Espera, ¿aquel no era su piso? Aunque sentía el cuerpo débil y cansado, trató de incorporarse para saber dónde estaba, y comprobó que sí, estaba en su piso, en el edificio. Pero... ¿Dónde había estado antes? ¿Por qué le dolía tanto la cabeza? Se puso de pie como pudo y fue a la cocina, necesitaba lavarse la cara y tomar agua, tenía la garganta seca.

Sentía que el dolor de cabeza aumentaba a medida que algunas imágenes se le atravesaban por la mente. Amy atada a una silla. Amy en un lugar completamente blanco. Amy negando con la cabeza. Una mujer. Una mujer rubia, que conocía. Sarah.

Y entonces lo recordó mejor, había estado con Sarah en... ¿aquella sería su nave? Pero... entonces, ¿qué hacía allí? Recordaba que le había pegado, que se había dormido. Se habría imaginado que moriría en aquel lugar, sin embargo, allí estaba, en su piso. Y... oh, los lobos estaban en peligro, seguramente. Quizás esa mujer les hizo algo, ¿no? Quizás había descubierto el refugio.

No sabía ni siquiera todo lo que había pasado, pero sí sabía que debía regresar con ellos. Allí estaba su hermana, Diane y Alex. Allí estaba lo que quedaba de su familia. Allí también estaba Victor.

Jaiden

Quizás era el único despierto a esas horas. Sentado al borde de una de las ventanas, Jaiden miraba la luna, con las manos aferradas a la madera y los pies colgando al aire. La noche estaba fría, el viento le daba en la cara y tenía que entrecerrar los ojos.

Pensaba en lo que había pasado en la cocina, el beso y el puñetazo. No había visto a Olivia luego, seguramente se había ido a dormir temprano, al igual que los demás.

Le preocupaba un poco las cosas que ella podía llegar a hacer, pero al menos estaba a salvo en ese momento, dependería de sus decisiones si lo estaría al siguiente día.

...

Por muy extraño que fuese, Jaiden estaba contando las estrellas, eran tantas que se perdía. Recordaba cuando de pequeño las contaba con Jessie. Ella decía que las estrellas eran amigas de la luna, que la acompañaban para que no se sintiera sola.

Jaiden se reía de ella, aunque también lo pensaba. Ahora de grande, pensaba en lo ingenuos que eran los dos. Aunque en esos momentos no tenían preocupaciones ni vivían en constante peligro.

A lo lejos, vio como un coche llegaba al portón, cosa que lo alarmó y estuvo a punto de salir de allí, trancar las ventanas y avisar a los demás, pero entonces vio que del coche salía Amy, y escalaba el portón a toda velocidad, sin tener mucho cuidado. Y tuvo otro motivo para salir de allí.

Tenía que decirle a todos que había aparecido. Salió de su habitación y primero fue a la de Olivia pero... estaba vacía, y la cama estaba hecha, lo que indicaba que no había dormido. Aquello lo desconcertó y decidió ir a buscarla por la casa, pero al darse vuelta se encontró con Davies, que lo miraba con el ceño fruncido.

-¿Qué haces despierto a esta hora, Jaiden?- preguntó Davies, y antes de que pudiera responder, continuó-. Y en la habitación de Olivia, ¿eh?

Parecía pronto para darle un sermón, pero se escuchó la puerta principal abrirse y ambos se miraron, Davies con los ojos bien abiertos y Jaiden listo para explicar.

-Amy ha aparecido.

Entonces comenzó a dirigirse hacia las escaleras y las bajó a toda velocidad, Davies lo siguió y comenzaron a escuchar puertas abriéndose, los chicos, claro. Amy estaba frente  a la puerta, con la respiración agitada. Cuando vio a Jaiden, pareció descontrolarse.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora