Capítulo 2: Miranda.

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Los amigos de Zach estaban abajo, por lo que ambas subimos a nuestra habitación, y allí, solté todo lo que tenía atorado durante el viaje, comencé a llorar desconsoladamente.

-Char, ¿qué pasa amor? –Me preguntó Taylor.

-Keyla, quiero protegerla, no quiero que sufra. Quiero protegerla de todo.

-Mi amor, no puedes hacer que no sufra, porque el sufrimiento es algo humano, horrible pero normal, todos sufrimos, y quitarle el sufrimiento es igual a quitarle una mano. Sé que no va a ser fácil para ella vivir en una familia blanca siendo afro, en un país blanco y racista, porque también veo las noticias y sé por lo que pasan las personas afroamericanas aquí. Sé que será complicado crecer con dos madres en la sociedad actual, y sabiendo que es adoptada. Pero debemos enseñarle a ser fuerte, que sepa que nosotras la amamos, y que eso basta, que no se deje guiar por los comentarios de la gente. –Ella también lloraba.

-Lo sé, pero viste lo tierna que es, de eso estoy segura, no quiero que esa dulzura sea arrebatada por la sociedad de hoy.

-Haremos lo posible, lo que esté a nuestro alcance para que siempre sea feliz y dulce.

-Claro. –La besé.

Miranda

Cuando me descuidé llegó el miércoles, mi miércoles. Marilyn me despertó llenándome de besos, en todas partes.

-¡Feliz cumpleaños vida mía!

-Gracias amor, pero pareces un cachorrito, deja de baboséame.

-¿Ves que contigo no se puede ser cariñosa? –Fingió enojo. –Toma. –De su mesita de noche sacó una pequeña caja.

-¡Espera! ¿Estás? ¿Estás por pedirme matrimonio?

-¿Para qué me digas que no? Claro que no, ábrela. –Dentro había una cadenita de plata, con un dije de corazón, que tenía incrustados pequeños diamantes formando la letra M.

-¡Oh dios Marilyn! Es hermosa. –La besé. –Pero, ¿es M de Marilyn o de Miranda?

-Mientras estemos dentro de la casa, o con amigos es de Miranda, luego pasa a ser de Marilyn. –Ambas estallamos en risa.

Entré a la escuela y mis compañeros me felicitaron, luego entré al aula de onceavo, a la de Zach.

La puerta estaba cerrada, sabía que algo tramaban, pero nunca me imaginé eso.

Abrí la puerta, dentro, había muchos globos de colores, carteles de feliz cumpleaños, un pastel de cumpleaños con velas formando el treinta y ocho. Apenas entré comenzaron a cantar el feliz cumpleaños y a tirar cañones de serpentinas. Y para suerte de todos, Sofía no alcanzó a escuchar los estruendos que causan esas cosas.

Me tiré al piso haciéndome la desmayada y volví a levantarme tapándome la boca.

-¡No lo puedo creer! Muchas gracias chicos.

-Es lo mínimo que podemos hacer, eres nuestra profesora favorita.

-Si, si, les creo. A Madison le dicen lo mismo. –Reímos. –vengan, saquémonos una foto todos y luego cortemos el pastel.

Al final no hicimos nada con ese curso, no nos dio el tiempo. Al salir al recreo les convidé pastel al resto de mis compañeros, y John se la acabó. Tampoco era muy grande, pero él, como lo hizo siempre, se la devoró. Hasta el día de hoy sigo preguntándome dónde le entra tanta comida.

El sábado en la noche fuimos todos a la casa de Charlotte, ella me organizó junto a Taylor y Marilyn una fiesta de cumpleaños.

Claramente Marilyn y yo fuimos las primeras en llegar.

Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora