Cierro los ojos y puedo recordar aquella vida, mamá, papá, Madison, Stefano y yo, los cinco felices, aquellas tardes de domingo en la casaquinta, en las que Stefano me llevaba a dar una vuelta por la pista recientemente construida en su motocicleta, o cuando él y Madison hacían carreritas. Y sinceramente me dan ganas de volver a esas épocas.
Luego, aparecen los otros recuerdos, el funeral de mi hermano, cuando suplicaba entre llantos ver a Madison, y papá lleno de furia decía que ella era una asesina y mil barbaridades más, pero luego, mamá se acercaba y me susurraba en el oído que era mentira, que ella estaba estudiando y estaba muy ocupada para venir. Con el tiempo, y algunas charlas a escondidas sobornadas con Franco, pude saber la verdad.
Con el paso del tiempo Madison y Stefano desaparecieron de nuestras vidas, y yo pasé a ser el único. Pero no siempre fue algo positivo, la excelencia académica era algo necesario y se veía imposible, es decir, era bueno, tenía todo aprobado, pero no sobresalía, no era un Williams si no lo hacía. Intentaba todo lo que estaba a mi alcance y más para que estén orgullosos de mí, me esforzaba lo máximo posible, pero mi nota máxima era nueve. No les creaba problemas, era un excelente hijo. Pero nunca fue suficiente.
Hasta que apareció Madison, al principio, cuando logré acercarme a ella intenté tener una buena relación, claramente ella también puso de su parte, pero luego, cuando ella dejó de ser la innombrable de la familia, entendí el peso que tiene el apellido, que un Williams debe ser brillante y exitoso, en ese momento decidí mandar todo a la mierda y dejar de encajar, comencé a ser yo mismo y me encantó, además de que así comencé a encajar en mi grupo y en la escuela en general. También comencé a tener algunos problemitas dentro de la escuela, por lo que pasaba tiempo con mi tía y papá en dirección: -Tú hermana hizo un montón de travesuras pero nunca llegó a tanto, es hora de que vayas comportándote un poco como ella y subiendo tus notas, no pareces un Williams. –Repetía una y otra y otra vez, tanto que comencé a agarrarle rencor a Madison. Ella intentó ayudarme en múltiples ocasiones, pero mi odio era cada vez mayor.
Hace un año entró una nueva profesora de geografía, una mujer joven, rubia, preciosa en simples palabras, solo que con un carácter bastante particular. Me encantó, por lo que intenté rápidamente caerle bien y ser bueno y educado con ella, un chupa medias, en simples palabras.
Aquel domingo, ella fue el centro de la conversación en la reunión familiar, al parecer mi tía había recibido quejas de parte de otros alumnos.
-Félix, ¿opiniones sobre Natalie Forbes?
-Es buena, me cae bien.
-Qué raro, porque estuve recibiendo quejas toda la semana, ¿ustedes tienen alguna opinión?
-No he tratado con ella. –Dijo papá.
-Fui a presentarme y a intentar socializar e incluirla en el grupo, pero no reaccionó bien, sutilmente me echó. –Agregó Carla.
-La verdad me cae pésimo, tiene un aire de superioridad, la escuché burlándose en un séptimo por una equivocación de un alumno. Además de hacer gestos burlescos al escuchar las conversaciones del resto. Me da muchas malas vibras tía.
-Había notado que no se caían bien, varias veces las vi intercambiándose miradas de odio, escéptica Mad. Gracias por su opinión, la vigilaré y llamaré la atención.
Con mis amigos comenzamos a opinar sobre su cuerpo, sacarle fotos cuando estaba distraída y buscarla en redes sociales, y vaya sorpresa nos llevamos al encontrar fotos suyas en bikini, para hacerlo, sí, masturbarnos. Los comentarios de mis amigos siempre fueron los mismos: ella es hermosa, lástima el carácter de perro gruñón. Excepto contigo, si tú tía no fuera la directora, y tu padre y hermana profesores no te trataría diferente.
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Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2)
Lãng mạnsegunda parte de más que compañeras. Dos años desde la caótica boda, todos están aprendiendo a amoldarse a las pruebas que les da la vida. ¿Encontrarán la calma después de la tormenta? ¿O están atrapados en una tormenta eterna? ...