Capítulo 34: Maxine.

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Maxine, mi hija es el ser más dulce y simpático que existe. Lo ha demostrado perfectamente en estos casi dos meses. Madison todavía no vuelve a trabajar, lo hará la semana próxima, ya que se vence su licencia. Y eso ya ha desatado una pelea, mamá y Sharon discutieron sin parar durante hora y media para ver quién cuidaría a Max, hasta que finalmente y luego de que Mad y yo hiciéramos de mediadoras en esta pelea tan graciosa, logramos llegar a un acuerdo, una semana con cada una y listo.

Por mi parte el cansancio es mucho, trato de mantenerme alerta durante las noches por miedo a que la bebé se ahogue, o para escucharla llorar si tiene hambre, Mad me pide que duerma, que puede hacerse cargo, pero yo quiero cuidarla, porque ella se está descuidando. De todos modos ahora está más relajada y feliz que al principio, seguro se debe al hecho de que los dolores ya desaparecieron, se la ve muy bien.

Cada vez que llego a casa hecha un zombie tengo la comida lista, mis dos polluelos en casa, me tomo un rato para estar con ellos, unas dos horas, tengo un lazo muy fuerte con ambos, tal vez Gino ahora prefiere un poquito más a Madison, y ella al ser la madre biológica de Max también su vínculo es especial. Luego, preparo algunas clases, con Mad preparamos la cena juntas y finalmente tomo una ducha, para terminar rendida en la cama, con Madison haciéndome masajes en la espalda y piernas.

-Sigo insistiendo en que tienes que parar un poco, estás muy tensa, y sabes bien que tienes problemas con la ciática, ya te han agarrado dolores fuertes varias veces en momentos donde pasas por mucho estrés. –No puedo decirle que las molestias que vienen antes de un dolor insoportable las estoy comenzando a padecer.

-Estoy bien, solo quiero cuidarlos.

-Pero te descuidas a ti, hasta el humor te está cambiando un poco, debes primero que nada comenzar a dormir. Quiero que te quedes aquí te traeré un té que me recomendó Mir, es un relajante, a ver si así duermes. Yo que pensé que tendría que cuidar a mis dos hijos, y resulta que ahora tengo tres, y una hija más grande que yo. –Se quejaba sarcásticamente mientras se iba.

Ella acaba de tomar a Gino como su hijo, acaba de decirlo. No por nada es la mejor mujer del mundo. Finalmente me trajo su té, Max durmió un rato en nuestra cama, entremedio de ambas, en lo que yo tomaba mi té y platicábamos un poco. Pero en eso ella se levantó y sacó a Max de la cama para ponerla en su cunita.

-¿Qué haces?

-Algo que ambas necesitamos. –Comenzó a sacarse la ropa.

-Mad, no. Está la bebé.

-No lo recordará. Solo no la despiertes. –Mordió suavemente el lóbulo de mi oreja y caí rendida.

La mañana siguiente no fue muy linda, tuve un desentendido con uno de los chicos de noveno y a su vez, el dolor de mi ciático sigue ahí, molestando, esperando el momento justo para atacar ferozmente y dejarme en cama.

Además, apenas crucé la puerta Sofía me pidió que me quedase después de clases, para tener una reunión con ella.

Esperaba el timbre del recreo con ansias, necesitaba una taza de café, y en eso justamente sonó. Por lo que me adentré hacia el pasillo, a lo lejos visualicé a Madison con Maxine en brazos, esperándome en frente de la sala de profesores, por lo que aceleré el paso intentando ocultar la ligera cojera.

-¿Qué hacen por aquí? Vamos adentro.

-Fuimos a la pediatra y quisimos pasar a saludar. –Había olvidado su chequeo, hoy cumple dos meses.

-¿Todo en orden?

-Sí, la vacunaron lo único, así que esta noche no duerme nadie.

-Pobrecita mi chiquilla. –Ahora sí la tomé en brazos y me senté en el sofá. –Char, ¿te importaría servirme una taza de café también?

Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora