Capítulo 5: reencuentros, reconciliaciones y oportunidades.

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Ese lunes a la tarde Tayl escribió en el grupo de WhatsApp contándonos que les habían concebido la adopción de Keyla, e invitándonos a todos a una cena, para conocerla. No tenía planes, ya que Ben, Meghan y François estaban volando de regreso a Estados Unidos, ya que es el cumpleaños de la abuela de Fran, Morgan y Ben. Sí, Ben es primo de ellos. Por lo que decidí ir a pasar un buen rato.

Carla claramente estuvo, no le dirigí la palabra en toda la noche, y la miré una o dos veces en toda la jornada.

Afuera, se avecinaba una tormenta eléctrica, por lo que sabíamos que la fiesta se terminaría pronto.

Keyla es tan dulce, por alguna razón le caí demasiado bien, o quizás sea porque yo estaba platicando mucho con Zach, por lo que Miranda bromeaba con que debería tener una bebé, era obvio que habían hablado con Carla. También, nos contaron sobre la posible adopción de Alejo, y nos hablaron mucho sobre él.

Carla se fue unos diez minutos antes de que comenzara a llover, y cuando comenzó a llover decidí irme, mi casa está bastante lejos de allí. Poco a poco la lluvia se iba intensificando, hasta llegar a un punto en el que costaba ver. Y en medio de los movimientos de los parabrisas vi una silueta encapuchada que caminaba por la vereda. La identifiqué, era ella.

Toqué bocina, bajé ligeramente el vidrio.

-¡Sube! –Le grité. Ella se quedó unos segundos quieta, en silencio. Hasta que se subió.

-¿Por qué lo haces? ¿No se supone que estás enojada conmigo? –Preguntó apenas se subió, y se enrolló en la toalla que le di.

-Lo hice porque tengo algo de empatía y soy solidaria, claramente si veo a alguien conocido en la calle, bajo la lluvia de una tormenta eléctrica voy a hacerlo subir. Siempre y cuando no me hayan lastimado mucho, obvio. De lo contrario me hubiera reído y quizás atropellado.

-Entiendo. No sé qué decir, Mad.

-No hace falta que digas nada, disfruta del silencio y la buena música. –Y así estuvimos unos quince minutos, en completo silencio, excepto por la música, y el crujir de sus dientes avisándome que tengo que subir la calefacción.

-¿Mad?

-¿Qué?

-Gino te extraña mucho, y yo, yo también.

-Ese es el problema, siempre intentas ocultar lo que te pasa detrás de Gino u otra persona. Yo estoy bien.

-Me alegro por ti entonces. –Su voz se notaba cortada.

Y le mentí, porque sabía bien que si le decía la verdad, yo cedería, y volvería a vivir conmigo, y seguiríamos peleando, y ella no cambiaría, ni yo.

Carla

No volví a hablar, porque sabía que sus palabras me volverían a lastimar, yo estaba sufriendo mucho el no estar con ella, lloraba mucho, y ella, se veía normal.

Ella frenó el auto en frente de casa, me limité a darle un adiós que no respondió y entré a la casa.

Dentro, al lado de la ventana estaba Gino, esperándome sobre el sillón.

-¿Qué haces despierto a esta hora? Ve a dormir mi amor.

-Primero explícame por qué te bajaste del auto de Madison, y por qué estamos viviendo aquí.

-Estamos viviendo aquí porque con Madison estamos distanciadas, no separadas, y por eso vivimos aquí. Y me bajé de su auto, porque ella se ofreció a traerme, está lloviendo. Ahora ve a dormir. –No respondió, simplemente giró los ojos y se fue.

Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora