Una sensación rara en el estómago me despertó y me hizo correr al baño para vomitar, Carla casi me obliga a faltar, pero no quería, así que logré convencerla de ir a trabajar a las diez, cuando tengo mi primera clase del día.
Pero algo en mi interior me decía que ese día nadie debía entrar a clases.
Las horas pasaban y esa sensación estaba lejos de acabar, al contrario, aquel molestar estomacal se intensificaba a medida que las horas pasaban, pero no era un dolor de estómago común, era extraño, complicado de pasar a palabras.
Estaba a dos cuadras de la escuela cuando mi celular se llenó de mensajes del grupo de profesores, pero no los revisé, estaba por entrar así que sea lo que sea, me enteraría allí. Grave, gravísimo error. Cuando bajé del auto escuché sirenas de patrullas a lo lejos, pero no le tome mucha importancia.
Sofía
Parecía ser una mañana normal, parecida a las últimas, en busca de una profesora de geografía. Pero a eso de las nueve y media, se escucha un fuerte estruendo, parecido a un balazo. La puerta de mi oficina estaba abierta, al igual que la de sala de profesores. Les dije a John y Carla que se quedarán ahí con señas, yo iría a ver qué sucedía. Pero cuando asomé la cabeza por el pasillo visualizo a un hombre de unos treinta años, delgado, despeinado y con una barba descuidada. Entre sus manos llevaba una pistola.
-¡Se van a morir! ¡Todos van a estar muertos! –Gritaba una y otra vez.
Hice tres pasos rápidos y entré a sala de profesores, tenía que comunicárselos y activar el protocolo lo más rápido posible.
-No salgan por nada del mundo y escóndanse debajo de la mesa. Es un tiroteo. Avisaré por el grupo de profesores para activar el protocolo.
-Taylor acaba de ir al baño.
-Llámala y avísale que no salga de allí. –En eso nos dimos cuenta que su celular estaba sobre la mesa.
Envié un mensaje al grupo de profesores avisando que se activaba el protocolo, y no lo veían, así que reenvié el mensaje una y otra vez. Estaba intentando mantener la calma, pero se me estaba haciendo complicado.
-Llama a la policía Carla, avisa de la situación. John, toma aquel horario, te iré preguntando por cada curso, me dirás con qué profesor están para llamarlos, ¡ninguno ve los mensajes!
-Sh, no grites, pero está bien.
-¿Sexto?
-Física, Oviedo. –Lo llamé y atendió a los segundos. Le avisé que se activaba el protocolo.
-Listo, ¿séptimo?
-Historia, con Marín. –Repetí el mismo proceso.
-¿Octavo?
-Artes, Grey.
-Listo, ¿noveno?
-Inglés, Smith.
-¿Décimo?
-Lengua y literatura, Caulfield.
-¿Onceavo?
-Matemáticas, Soriano
-Y por último, ¿doceavo?
-Biología, Morales.
-Listo, ¿qué te dijo la policía?
-Avisaron a la SWAT, supuestamente en quince minutos estarían aquí, aunque una patrulla y un móvil de crisis one están en camino.
-Mierda.
Fuera se escuchaban pasos, cada vez más cercanos, por lo que decidimos movernos, nos escondimos debajo de otro escritorio, el cual corrimos un poco hacia atrás para que haya un pequeño espacio de abertura entre este y un estante, estábamos bastante camuflados. Y en eso la puerta se abrió, él caminó por toda la sala. Los miré a ambos, John mantenía los ojos cerrados, Carla se tapaba la boca con fuerza y lloraba en silencio.
ESTÁS LEYENDO
Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2)
Romancesegunda parte de más que compañeras. Dos años desde la caótica boda, todos están aprendiendo a amoldarse a las pruebas que les da la vida. ¿Encontrarán la calma después de la tormenta? ¿O están atrapados en una tormenta eterna? ...