Capítulo 16: sorpresa inesperada.

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Día doce del tratamiento, todo indica que hoy el folículo alcanza el tamaño indicado para la inseminación. Pero eso es algo que no sabré hasta esta tarde.

Los dolores de cabeza y de espalda están acabando con mi ser, sin contar que los pantalones me aprietan debido a la retención de líquidos que se centra principalmente en mis piernas. Aun así, me rehúso a utilizar esos pantalones anchos con estampados psicodélicos de profesora de filosofía o de artes que tienen más de cincuenta años y que no ven la hora de jubilarse para poder estar toda la tarde fumando marihuana mientras ven novelas turcas.

Además, a estas alturas mi vientre está lleno de hematomas causados por los pinchazos. Y sí, duele. Pero sigo firme en que luego, cuando la o el bebé esté en nuestros brazos, valdrá la pena tanto esfuerzo.

-La última. –Dijo Carla mientras sacaba la última inyección de su empaque.

-La última de esta serie. Me toca colocármela yo.

-Así es. –Esterilicé la zona, y al tomar piel para inyectar dolió.

-Auch. Por suerte es la última, por unos meses.

-Es que mira como tienes cuore, es un gran hematoma. Me siento culpable.

-No, no tienes que sentir culpa mi amor, esto es algo que ambas queremos, quizás tú lo querías desde antes, pero ambas lo queremos ahora. –No pude evitarlo y los ojos se me cristalizaron.

Carla

Esta última semana ha sido muy complicada para Madison, y por ende para mí. Si bien el tratamiento le trae ciertas dolencias, lo que más se nota son sus cambios emocionales, que están causando muchas peleas con Gino.

Por ejemplo ayer, Gino se comió el último helado de chocolate con almendras, haciendo que Madison comenzara a llorar, luego él le comenzó a hacer burla, por lo que ella comenzó a gritarle y en un momento estaba frenando una discusión a los gritos de ambos. Sí, es gracioso, pero llega a ser agotador. Es más, hace desde antes de ayer que él me pide que nos volvamos a vivir con mis padres. Por lo que creo que lo mejor será contarle la verdad.

-Mamá.

-¿Qué pasa? –Él entró a la oficina mientras yo corregía.

-Estaba pensando, y no podemos seguir así, Madison nos trata mal, luego bien, nos grita, luego llora. Así que estuve investigando, y tenemos que enviarla aquí. –Me entregó un folleto que imprimió de internet.

-¿Un manicomio? –Mordí mis labios para no reír.

-Es especializado para cuidado de personas con esquizofrenia, como Madison.

-Madison no tiene eso, pronto te explicaremos que pasa.

-Pero está enferma ¿No? casi todos los días me quedo en lo de los abuelos porque ustedes van al médico. ¡Oh no! ¿Eres tú la que está enferma? ¿Te vas a morir?

-No cuore, no, no es que Madison esté precisamente enferma, luego te explicaremos qué pasa.

-Bien.

Madison

Tenía turno con la ginecóloga a las cinco de la tarde, por lo que luego de almorzar en casa los tres juntos salí al shopping con Brianna, solo nosotras, ya que Francis se quedó con sus abuelos paternos.

Fuimos más que nada a comprar ropa, y a tener nuestras charlas, sin Franco, porque cuando salimos con Franco terminamos los tres en la sala de juegos.

Primero entramos a una tienda de ropa infantil, ya que ella quería comprarle ropa a Francis, y sí, es raro que salga a comprar sin ella cuando la ropa es para ella, pero supongo que ese es algún don de madre que yo aprenderé.

Más de lo que pensamos llegar a ser (Más que compañeras 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora