Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ Cᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ ɴᴜᴇᴠᴇ

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Plática.

Narra Gianna.

Miedo era la palabra que me definía en estos momentos, salí corriendo cuando no estaba en la vista de mi esposo, corrí a la cabaña y me encerré en las paredes negra de esa caballa.
Intenté calmar un poco mi respiración, cuando lo hice realmente pensé en acostarme a dormir como había dicho, pero estaba tan sudada por los nervios que decidí entrar a tomar un baño.

No busque ropa ni nada por el estilo, entre y quede desnuda en el baño, abrí la regadera y dejé que el agua caliente me cubriera de pies a cabeza.
Cerré los ojos olvidándome de todo lo que dijeron esos dioses, de lo que tenía que hacer, en mis hijos que podrían quedar huérfanos, no podía permitir eso, soy madre de tres niños no los puedo dejar a su suerte.
Abrí los ojos un momento y me sorprendió detrás del cristal se encontraba Nico, no sentí cuando entró.
Lo vi como se empezó a desnudar, cuando su ropa estuvo fuera de su cuero lo analice, cabello despeinado y piel pálida, con ojeras adornando debajo de sus ojos, bajo mi vista cuerpo definido y brazos fuertes, sus anchos hombros que me gusta sujetar mientras lo montó, bajo un poco más su miembro erecto, estaba parado, firme, grande y grueso esperando por descargarse en un lugar cálido como lo era yo.
El corrió la puerta del baño y entró metiéndose en la regadera conmigo.

Corrió un poco mi cabello mojado de mis ojos y beso mi frente, se separó luego de ese pequeño beso. Con su mano empezó a acariciar mis ojos. Mi nariz, mi frente.
Se unieron sus dos manos, llegaron a mis hombros donde hicieron presión levemente, luego pasó a mis senos llenos de leche que apretó sacándome un jadeo que no podía esconder, descendió con sus manos a mi abdomen y mi cintura, una de sus manos se quedó en ese punto mientras la otra iba a mi espada donde recorrió mi columna vertebral de arriba a abajo, me mordí el labio aguantando un gemido.

—Gime lo que quieras, estamos solos.—Me dijo al oído.

Yo solté el gemido que tenía en la garganta.

—¿Los niños?—Pregunte cerrando los ojos.

—Los chicos Los cuidan, ahora no hables solo relájate, yo me encargo de todo.

Cuando menos lo pensé vi cómo se arrodillaba, las caricias se desplazaron a mi trasero donde apretó y nalgeo, rozó mi pelvis y dio una pequeña caricia a mi vagina. Yo solo pude tirar la cabeza hacia atrás, sus manos descendieron por mis piernas.

—Recuéstate en la pared.—Ordenó con voz gruesa, yo solo pude obedecer.

El agua caliente seguía cayendo cuando me recosté en la pared, el arrodillado me abrió las piernas y viéndome a los ojos sumergió su boca en mi vagina, el atacaba con rudeza besaba, mordida y succionaba como le daba la gana. Una de sus mano subió a mi seno izquierdo, lo apretó tan fuerte que hizo que la leche comenzara a gotear cayendo sobre mi abdomen, por donde Nico pasó su lengua tomando la leche que desprendía.
Los minutos eran tan placenteros que no quería que se acabaran nunca, Nico nunca fue de muchas palabras fue de actos y adoraba estos tipos de actos que le daban por hacer, yo gemía descontrolada en ese baño mientras jalaba su cabello sin querer que se desprendiera de mi vagina, quería que siguiera tomando mi leche, que se comiera mi coño, quería que me siguiera apretando el trasero como lo estaba haciendo para que no me separara, eso era lo que quería.

—NICOOO!!—Gemí en medio de mi clímax corriéndome en la boca de mi esposo.

Nico se levantó y quedamos viéndonos a los ojos por varios minutos, yo me colgué de su cuello y el me sostenía de mi trasero, lo bese con pasión, con amor, con miedo quizás, miedo a perderlo.

—fai l'amore con me, vita mia (Hazme el amor, mi vida).

Le dije, se que los médicos recomienda tener relaciones a los 2 meses del parto de un niño, pero no es malo uno hacerlo antes de tiempo.

—¿Segura? Aún no pasa el tiempo.—me dice mordiendo mi oreja.

—Muy segura, hazme olvidar.—bese su cuello y me acerqué a su oreja.—solo no te vengas dentro.

El obedeció, me cargo haciendo que enredara mis piernas colgadas de su cadera, me sujete de sus hombros y el sostenidome de mi trasero, empezó a besar mis senos y en medio de eso me penetró.
Sus movimiento se vieron coordinados con los míos a los segundos, ambos cuerpos chocándose entre sí. Se hacía sinfonía el sonido del agua cayendo con el de nuestros cuerpos chocando, yo estaba gimiendo mientras mordia su hombro y me quedaba sujeta ahí, el tenía su cabeza enterrada en mi cuello donde besaba y mordía.
El acto fue Perfecto, nuestro cuerpos se unieron como ya están acostumbrados a unirse, el acto se hizo eterno cuando menos lo vi venir tuve mi segundo orgasmo, mis paredes apretando a Nico hizo que se saliera rápido corriéndose en un fuerte gruñido, soltando su semen entre la pared y mi pierna.
Cuando recupero la respiración, cerró el agua de la ducha y me dice.

—No te preocupes por nada, yo solucionare todo esto y cuando menos lo veas estaremos en Italia con los niños, criaremos a los 3 que tenemos. Esperaremos a que Luciano tenga unos 2 o 3 años y vamos por otro hijo, que luego nos darán nietos.

No pude evitar reírme de su plan, yo solo asentí creyendo todo lo que el me dijo y lo bese, dejándome llevar por el placer una vez más.
Después de todo hace mucho que no tengo tanto tiempo a solas con mi esposo.

Mio Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora