Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ Tʀᴇɪɴᴛᴀ

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𝐍𝐚𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨

𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐍𝐢𝐜𝐨

Aterrado define mi situación, tanto era que me encontraba en la sal de espera luego de recomponerme ya que lastimo me desmaye. Todo estuvo bien cuando traje a Gianna al hospital, la atendieron rápido y nos dieron un cuarto, yo estuve con ella hasta que la doctora me invitó a ver cómo estaba de dilatada, no pude y me desmayé.
Me estaba recomponiendo mientras mi suegra estaba con mi esposa en el cuarto, estaba tomando un vaso de agua. Pude levantarme sin marearme eso es buena señal.

—Tranquilo Nico, todos nos sentimos igual cuando nacieron nuestros hijos, no eres el único que se desmayó.—Me tranquilizo Carlo.

—Ya estoy bien, voy a ir con mi esposa...quiero estar cuando nazca mi hija.

—Entonces ve hijo.—Fueron las palabras que me dio mi suegro.

Camine por el pasillo al cuarto donde dejaron a Gianna, llevábamos ya 5 horas en el hospital y yo llevaba 2 sin ver a mi esposa. Antes de entrar toque la puerta, mi suegra fue la que me abrió.

—Ya estás mejor?—Me pregunto.

—Si, ya estoy listo para ver cómo nace mi hija.

—Ve con tu esposa.

Hicimos cambio, ella salió del cuarto y yo entre, Gianna estaba apoyada en una barra medio inclinada, estaba respirando mientras se tocaba el vientre, su cara estaba roja y su cabello estaba completamente despeinado y recogido en un moño casi desecho.

—Por fin llegas...pensé...que vendrías cuando ya hubiera nacido.—Dijo ella viéndome mientras respiraba.

—Lo siento, fue la impresión del momento.—Dije acercándome a ella y ayudándole a caminar.

—Solo olvídalo...al menos ya estás aquí..dime que está bien.

Sabía a lo que se refería, desde el sexto mes de embarazo podía saber si el embarazo iba bien o iba mal, sentía el Aura de la bebé fuerte. Coloqué mi mano en su vientre y sentí como se movía con intensidad y hacía fuerza.

—QUÍTA LA MANO.—Gianna me dio un manotazo.—Alguien ya quiere salir.

—Esta bien, ya te quiere conocer.

Unas horas más tarde.

Ocho horas tuvimos que esperar que estuviera dilatada de verdad, yo me encontraba con un traje azul que me cubría todo, una imitación de zapatos, guantes, tapabocas y un gorro en la cabeza. Me veía ridiculo con esa ropa, pero no importaba tengo que estar en el nacimiento de mi hija.
Entre a la sala de parto, Gianna estaba en la camilla con las piernas abiertas, una bata y un gorro idéntico al mío en su cabeza, había una enfermera al lado de ella que retiraba sudor y la doctora estaba en medio  de sus piernas.
Con pasos decidido me acerqué a su lado, apenas ella me vio sonrió con fuerza.

—Vi..viniste...creí que...tendría que...llamar a mamá.—Dijo con dificultad

Yo solo reí mientras le ofrecí a mi mano para que apretara.

—No em lo perdería.

Sentí que fueron horas lo que estuvimos en el parto, cuando en realidad solo duro 30 minutos lo último. La aura de Gianna estaba cansada, lo sentía ella gritaba y sudaba.

—No..pue..puedo.—Dijo Gianna.

—Claro que puedes mamá.—Empezó la doctora.—Ya veo la cabeza una última vez.

Gianna me vio y vi cómo apretaba con fuerza mientras gritaba, sus gritos se opacaron dándole la bienvenida aun llanto, apenas lo escuché aleje la mirada de mi esposa y vi como la doctora sacaba un cuerpecito miniatura, parecía que estuviera enroscado como un caracol, el bulto tenía una mata de pelo oscuro en la cabeza, su tono de piel no lo distinguía ya que estaba llena de sangre.

—Señor, ¿Quiere cortar en cordón?—Me dijo la doctora.

Yo por inercia fui, y no vi lo que tenía que hacer vi el cuerpecito ante que nada, era uno cocina hermosa. La doctora me entregó unas tijeras y me explico cómo cortar y ella lo amarro, sin dejarme ver a mi hija se la llevó para limpiarla, yo volví al lado de Gianna.

—Mi hija..¿está bien?—Me pregunto.

—Es hermosa Gin, es perfecta.—Le dije, pude sentir como ella respiraba mejor al escucharme.

—Quiero a mi bebé.—Me pidió.

La doctora se acercó con mi hija en una toalla, tenía una sonrisa mientras tenía a la bebé llorando en sus brazos.

—Alguien también desea conocerla.—Fue lo que le dijo la doctora a mi esposa.

Colocó al bulto en el pecho de mi esposa, ella lo recibió moviendo sus brazos con pesadez, removió la toalla de su rostro para verlo y soltó un sollozo mientras sonreía, yo estaba igual que ella. Estaba llorando.
Ya no me importaba como me encontraba vestido en ese momento, eso pasó a Segundo lado, tenía la vista en mi hija. Dirigí mi mano a su mejilla y la toque con cuidado, su piel era suave.

—Hola hija. —Le dije con más confianza acariciando su mejilla.

—Eres hermosa mi pequeña, soy tu mamá.—Empezó diciendo mi esposa mientras la mecía, apenas escuchó su voz nuestra hija dejó de llorar.—Eres hermosa...mi péquela Bianca.

Quede congelado con sus palabras, me separé rápidamente y vi a mi esposa, ella no me veía a mi, veía a la bebé. Ella me había dicho que ya tenía nombre, nunca pensé que fuera el que yo tenía en mente, ¿enserio quiere llamarla como mi hermana?

—¿Bianca?—Cuestione separándome un poco.

—Si, es un lindo nombre, si no te molesta quiero que se llame así, o si prefieres le podemos poner como tú madre María.

Yo sonreí y bese su frente, mi esposa era la mejor del mundo no había duda, volví a acercarme a ellas y con cuidado toque el cabello de...Bianca.

—Mi pequeña Bianca, ahora yo te cuidaré.

Mio Dolce AmoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora