bisogno senza bisogno

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Efectivamente se vieron al día siguiente, y al siguiente.

Pero Merlina sólo la veía de lejos, y la saludaba con un asentimiento.

Al rededor de una semana se la pasaron en esa situación.

Situación que hacía que ambas se sintieran mal, no querían seguir con esto, querían estar con la otra.

Pero ninguna daba el paso.

Enid no lo daba porque Merlina tomó una decisión, y ella lo respetaria.

Y Merlina no lo daba por orgullo, porque en primer lugar ella lo pidió, no volvería de rodillas.

Pero este pensamiento se fue a la mierda al ver a un chico tratando de hablar con Enid.

Un Normi.

Un poco alto, cabello negro, tez oscura.
Hijo del alcalde.

Lucas Walker. 

.

.

E

nid estaba en la cafetería escuchando sumamente incómoda a aquel beta que le ofrecía una cita.

- Te verías genial conmigo -hablaba Walker con aires de superioridad.

-Entiendo, pero enserio me gusta alguien más. 

-Entiendo esa parte, pero velo de este modo: "Marketing" ambos nos haríamos populares por salir.

La rubia suspiro, parecía que hablaba algún otro idioma no identificado.

- Lo que pasa es que-

Un no tan fuerte golpe hizo a ambos chicos asustarse, una mano golpeó su mesa.

- Te dijo que no está interesada, ahora vete de aquí... fanático religioso.

-Peregrino, trabajo en el parque- Lucas no terminó ya que Merlina hablo.

- Es lo mismo, idiotas que van vestidos como genocidas.

-Mi padre es el dueño - se levantó molesto- ¿lo llamaste idiota?

-pues si la hebilla le queda - lo vio fijamente, retandolo.

-Bien, Bien - Enid se levantó y se puso entre medio- No hay necesidad de pelear.

-Es la chica gótica, se mete donde no la llaman, porque dime: ¿qué tenías que ver aquí?

Tratándose su orgullo, la azabache tomó la mano de Enid.

- No voy a permitir que invites a una cita... o a una relación a ... -evito vomitar en ese mismo momento- a... mi- mi ahg, lo entiendes ¿No?

-Realmente no - la Addams estaba colmabdo su paciencia. 

-¿Tu Alfa? -dijo Enid, su ojos estaban llenos de ilusión, como si le acabarán de decir a un niño que Santa iría esa noche.

- Lo que ella dijo -le dio la razón entre dientes, odiaba admitir que le gustó aquel termino -así que ahora lárgate.

-Bien, lo siento -estaba apenado y enojado.

Si bien le haría ganar fama estar alguna de las excluidas, tampoco destruiría una relación.

Llegaba a ser un chico molesto, pero no un idiota que rompe relaciones.

Así como otros.

Cuando el chico se fue de ahí, La azabache soltó la mano de la mayor.

Por favor no me sueltes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora