Capítulo 23 - Amber

20 12 0
                                    

Estoy leyendo un libro en cuanto noto que mi celular empieza a vibrar, es Charles, contesto inmediatamente.

-Hola, enana roja - su voz se escucha más ronca por teléfono.

-Hola, Spooner.

-Sabías que hoy saturno se ve más brillante que nunca - dice provocando que me asome por mi ventana para comprobarlo, es verdad.

-Sí, se ve hermoso.

-Me preguntaba si podría ir a tu casa para verlo con tu telescopio.

-Sí, claro puedes venir.

-Perfecto, llego en 5 minutos.

Efectivamente, a los cinco minutos el timbre de casa se escucha, bajo inmediatamente arreglando mi cabello.

-Hola, estrellita - me saluda adelantando para besarme.

Lo guío para que me siga hacia el patio trasero, el cielo está completamente despejado. Él se acomoda a mi lado rodeándome con su brazo.

-¿Qué canción quieres escuchar?

-Thinking out loud de Ed Sheeran. La he tenido pegada a la cabeza desde hace como una semana.

Él la busca en su teléfono y empieza a sonar, él se queda mirando fijamente a las estrellas, está más callado que de costumbre.

-¿Estás bien? - le pregunto.

-Sí, es solo que no quiero ir a mi casa y estar con mi tío, eres mi escapatoria.

-¿Estás seguro de que es solo eso?, no lo sé, has estado callado estos días.

-Es solo eso - se queda en silencio y puedo oírlo suspirar -. Nunca olvides que te amo, estrellita.

-Sabes que nunca lo haré.

La música sigue sonando, pasan algunas canciones hasta que él vuelve a hablar.

-Hace poco leí un libro en donde el chico le dice a la chica que si los rosales están florecidos significa que no la ha dejado de querer, es decir, que aun la ama. Así que cuando mires al cielo y allí hallan estrellas, significa que no te he dejado de amar.

-Es decir que me amarás por siempre.

-Exacto.

Eso había sonado muy melancólico, él no estaba bien y no iba a decírmelo para no preocuparme.

-¿Qué pensaste de mí cuando me conociste? - me pregunto de repente.

-Que eras antisocial, no cualquier persona decide hacerse en una esquina del salón. ¿Qué pensaste tú de mí?

-Que eras el amor de mi vida - respondió haciéndome sonrojar -. Aunque, sabes, quizá tú sí seas el amor de mi vida y si no lo eres diré que me equivoque de vida y no de amor.

Se me hizo un nudo en la garganta al escuchar eso, no podría pasar toda mi vida con él, no viviré la edad de una persona normal. No quiero que él sufra por mi culpa.

-Siempre he tenido la pregunta de ¿Qué pasa cuando el amor de la vida muere, la otra persona se queda condenada a vivir sin amor?

-Opino que la persona que muere nunca lo abandona, y de que de alguna u otra forma seguirán juntos, de una manera diferente, pero juntos.

Los ojos se me llenan de lágrimas y agradezco de que la luz del patio esté apagada y de que Charles no esté viéndome.

-Te amo - esta vez se lo digo yo -, nunca olvides lo mucho que lo hago, demasiado - él escucha que se me rompe un poco la voz.

Como odio que se me quiebre la voz cuando hablo de algo que me duele.

-¿Estás bien? - ahora es él el que lo pregunta girándose hacia mí.

Me apego a él para que me abrace y me quiebro, él acaricia mi espalda con suavidad, tratando de calmarme, pero hace mucho que trataba de no llorar por mi enfermedad.

-¿Quieres decirme por qué lloras? - pregunta en un susurro.

No, no quiero que estés mal por mi culpa.

-No - murmuro.

-Tranquila, puedes decirme cuando quieras que te pasa y trataré de ayudarte, pero dime como te ayudo ahora, porque me parte verte a ti mal.

-Solo quiero que me abraces y estés conmigo.

Y eso hizo, se quedó conmigo hasta que le dije que tenía sueño, él me dio un beso de despedida y me acosté a dormir con una sonrisa rota, porque a pesar de todo lo tenía a él y él me hacía feliz.

Mil coincidencias tuyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora