Capítulo 32 - Heather

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Miro tratando de ser lo más paciente mientras observo el reloj colgado en la pared, Charles ya debería haber llegado, él me prometió invitarle un helado.

Dos minutos de retraso se convierten en cinco, cinco se convierten en diez y diez en media hora, debería llamarlo. Busco en mi teléfono su número y marco, un timbre, dos timbres, tres timbres y nada.

Decido mandarle mensajes a la loca para que me responda.

<<Hola, ¿Te acuerdas de nuestra salida?

¿Charles?

Oye

¿Estás ahí?

C

H

A

R

L

E

S

Contesta, Spooner

Por lo menos mira el mensaje >>.

Comienzo a desesperarme sin saber exactamente la razón, tal vez su teléfono se haya descargado o se le ha dañado.

<<Si estás jugando a quitarme la paciencia no va a funcionar

Es en serio contesta aaaaaaaa

Te quiero

Vamos, ¿Ni siquiera ese mensaje lo verás?

No me dejes plantada

Si no me contestas dentro de cinco minutos iré a tu casa a buscarte>>.

Pasan cinco minutos y ni siquiera ve los mensajes, seré sincera, estoy empezando a asustarme y si le paso algo o si le hicieron algo.

No lo dudo dos veces al tomar mi auto y conducir hacia su casa, en el camino sigo revisando mi teléfono con desesperación, mi parte histérica se ha despertado. Llego a su casa y tocó el timbre con desesperación, la que creo que es su madre me abre la puerta.

-Hola, soy amiga de Charles - saludo, ojalá fuera más que eso -. ¿Charles está en casa?

-Sí está en su habitación -contesta la mujer y siento que se me vuelve el alma al cuerpo -. Es el primer cuarto al subir las escaleras.

-Gracias.

Subo las escaleras y encuentro la que debería ser la puerta de su habitación, la toco esperando a que él me abra.

-Charles, soy yo Heather, ábreme - sigo tocando, pero no abre la puerta.

Así que decido abrir la puerta por mi cuenta, su cuarto si parece que es de él, tiene algunos libros regados al igual que algunos cuadernos, pero es relativamente ordenada. Solo falta un pequeño detalle, Charles.

Veo una puerta hacia el balcón abierta, me dirijo rápidamente con la esperanza de encontrarlo ahí, pero no está. Pienso en llamarlo de nuevo hasta que escuchó ruidos provenientes del techo de la casa.

Miro por donde subir hasta que me percato de una escalera de madera, subo con temor de caerme y lo veo, demonios no.

-Charles, no, no ven - me pongo de pie con temor y me apresuro hacia él.

Pero no parece inmutarse por mi presencia, está al borde del techo llorando, se va a caer.

Él quiere caer.

Me dirijo a él y lo tomó bruscamente del brazo arrastrándolo lejos del borde, él me dirige la mirada, sus ojos están llenos de lágrimas.

-Charles, que se supone que hacías ahí, podrías caer.

-Era el punto.

Habla con un tono ajeno al mundo, sus ojos están apagados, es como si no estuviera aquí.

-¿Ibas a suicidarte? - murmuro aterrorizada.

-Sí, esto no tiene sentido, Amber me odia, mi tío también, mi madre finge que está bien para mí y Amely nos hace creer a todos que es la chica más feliz del mundo y todo es mi culpa, es mi maldita culpa.

-Eso no es cierto, no es tu culpa.

-Amber me odia, ella desearía que estuviera muerto, la herí demasiado, le dije que la use todo este tiempo, le dije que lo nuestro era una mentira y lo que siento por ella es lo más real que he sentido en la vida.

-¿Hiciste eso porque te obligaron a dejarla?

-Iban a matarla - dice sollozando.

-¿Qué?

-Porque él es un maldito psicópata que quiere matarla.

Verlo ahí tan frágil me hizo recordar a mí, hace algunos meses, la desesperación que se siente creer que eres una basura, es horrible y él lo estaba sintiendo.

-Si lo que dices es cierto, la dejaste por una buena causa.

-Eso no quita que todo el mundo me odie.

-Yo no te odio y estoy seguro de que las personas a las que mencionaste tampoco, creo que solo están infinitamente rotos.

-Y yo fui quien los rompió.

-No, Charles, no tienes la culpa de nada, sé cómo te sientes mejor de lo que querría admitir, sé que sientes que todos están en tu contra y que si terminas con tu vida todo acabaría - hago una pausa -. Pero si terminas con tu vida, te estarías rindiendo, le estarías dando el placer a las personas que te odian. Porque no, en lugar de acabar con tu existencia, te esfuerzas para que quienes estén mal, estén bien y sería tu culpa su felicidad.

-No es tan fácil.

-Lo sé, pero ese es el punto, lo fácil nunca será lo mejor, lo mejor es que te esfuerces. Hazlo por ellos, hazlo por ella. Tomémoslo así, las películas siempre son lo más fácil, pero los libros son mejores. Soportar ver a quienes quieres sufrir es fácil, pero aliviar su dolor es mejor.

-¿Cómo alivio el dolor de Amber?

-Dijiste que ella conocía a un chico, pues has que ese chico sea lo mejor para ella, que él le haga olvidar el dolor que tú le causaste.

-Pero duele.

-Lo sé, pero en el fondo sabes que es lo mejor.

Él se levanta y me aterra de que vuelva a la esquina del techo, pero solo va a bajar las escaleras, lo sigo con una sonrisa. Llegamos a su cuarto, él parece evidentemente más calmado aunque sigue llorando.

Camino por su habitación hasta encontrarme con un pequeño gatito jugando con los cordones del zapato.

-¿Quién es esta cosita tan linda? - pregunto cargando al pequeño felino.

-Es Peluche, lo adopté con Amber - niega con la cabeza.

-¿Y esto? - digo viendo un cuaderno lleno de notas.

-Es un libro, bueno mi libro, pero no tiene sentido aún.

-¿Cómo se llama?

-Mil coincidencias tuyas.

-Es un buen título.

-Es mi historia con Amber.

-¿No te hace mal pensar en ella todo el tiempo?

-No, de hecho creo que es como mi terapia, cuando escribo me olvido del mundo, solo soy yo y las letras, es mi única manera de tener a Amber cerca en estos momentos.

-¿Cuantos capítulos has escrito?

-Nueve, pero la historia tendría más sentido si supiera cómo piensa Amber, necesito su punto de vista.

-Quizá algún día lo consigas.

Mil coincidencias tuyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora