Capítulo 36 - Amber

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  -Amber McCarthy - finjo indiferencia al escuchar que la doctora Taylor me llama.

-Somos nosotras - dice mi madre.

Mi madre se levanta de la silla como un resorte mientras yo la sigo con desagrado, no quiero ir, porque lo único que voy a conseguir es que me digan que moriré y no pueden hacer nada para evitarlo.

Entramos al consultorio de la doctora, el cual me parece muy arrogante, todo está enmarcado con un mármol notablemente caro y las ventanas están abiertas de par en par dando una vista bellísima de Londres.

Aunque quien haya escogido el consultorio no cayó en cuenta de que es muy alto para personas que sufren del corazón, con alto riesgo de infarto.

-Entonces, un caso de cardiopatía isquémica - murmura la doctora viendo mi historia clínica.

-Estos son los exámenes - le explica mi madre.

La doctora los analiza frunciendo el ceño y mirándome con lástima, anota algunas cosas en su computadora mientras las murmura.

-De acuerdo, los exámenes son los esperados para un paciente con esta condición, pero con una edad adulta, no para una jovencita.

-Eso quiere decir... - le incita mi madre para que continúe hablando.

- Puede convertirse en una cardiopatía isquémica aguda, la cual implica dolores torácicos no muy comunes.

-¿Un trasplante es posible? - pregunto hablando por primera vez en toda la cita médica, la cual se me ha hecho eterna.

-No nena, tu corazón no es el que está mal, es tu arteria, lo que puede disminuir el dolor es un fármaco, pero a muchos pacientes no les muestra resultados.

-Ya.

-No se tiene muchas recomendaciones, solo no emociones fuertes, ni ejercicio y no bebidas energizantes.

-Los exámenes empeoraron con el medicamento anterior, ¿No es cierto? - pregunto con temor.

-Sí, taponaron más la arteria y el miocardio.

-Doctora, a ella le salió un morado en la pierna.

-Oh, sí es bastante normal, al igual que tener las extremidades frías y algo moradas.

La doctora sigue anotando más datos en su computadora, la pregunta que quiero hacerle ronda por mi cabeza mil veces, hasta que decido hablar con mucho temor.

-¿Mi expectativa de vida es de 3 años?

-Sí, cariño.

Lágrimas empiezan a brotar por mis ojos, yo ya sabía que esa era mi expectativa de vida, pero escucharlo de alguien más duele, duele mucho. Me quedo llorando mientras ambas adultas siguen hablando como si yo no estuviera ahí.

La cita médica terminó y no pude desear tanto salir de un lugar como en ese momento, camine rápidamente a la salida del hospital con mamá siguiéndome.

-Oye, Amber.

-Mamá, no trates de consolarme, porque tú no sabes que es estarse muriendo, ni saber que no te queda mucho tiempo, no necesito tus malas charlas motivacionales porque no servirán, estoy muriéndome y no hay nada que puedas hacer.

Su expresión se transforma a una herida, simplemente entra en el auto y yo en el asiento del copiloto, hundiéndonos en un profundo silencio.

Cuando ella estaciona en casa, salgo disparada a la casa de Lander, no quiero escuchar a mi madre llamar a mi padre para confirmarle la mala noticia, que en el fondo todos sabíamos qué pasaría.

Toco la puerta de su casa con desesperación, él la abre y puedo ver al chico alto de ojos azules y cabello negro rizado. Lo abrazo y él tarda un momento en corresponderme el abrazo.

-¿Qué te pasa, linda? - pregunta con suavidad mientras cierra la puerta.

-Me estoy muriendo, Lander, no quiero morir.

-¿Qué dices, linda?

-Que me estoy muriendo porque la cardiopatía me está matando - él frunce el ceño, pero espera a que esté más calmada -. Tengo cardiopatía isquémica la cual acaba de empeorar a una aguda.

-Mi retención de memoria no sabe qué es eso.

-Mi arteria está destruida, mi expectativa de vida es de tres años - me rompo y lloro más fuerte.

Lander me sostiene el rastro en un intento inútil por calmarme, me murmura cosas, pero no las escucho, mi respiración se acelera cada vez más, recuerdo esa misma sensación, es un ataque de pánico.

-Amber, escúchame, cálmate, es un ataque de pánico - se pasa la mano por la frente, mi respiración se acelera cada vez más y siento como se seca mi garganta, Lander lo nota y trata de pensar en cómo ayudarme -. Te amo.

-¿Qué?

-Que te amo, pero nunca te lo he dicho, estuvimos juntos en el jardín de niños, aunque sé que no lo recuerdas, me enamore de ti a la edad de 6 años, pero me cambiaron de colegio, creí que nunca volvería a verte, hasta que resultaste ser mi vecina.

-¿Me conocías desde antes?

-Sí, linda y me enamoré de ti.

Mi respiración se vuelve más constante, se está pasando el ataque de pánico, él siempre sabe cómo calmarme. Después de un rato todo mi cuerpo vuelve a la normalidad y en mi mente solo da vueltas a esas dos palabras que digo el chico de ojos azules.

-¿Lo dijiste en serio o solo para calmarme? - le pregunto y él se enrojece.

-Lo dije en serio, te amo, lo hago desde hace mucho- me sonrojo al igual que él.

-Lander, tengo miedo.

-¿De morir?

-De enamorarme de ti.

-No tengas miedo, es lo que más quiero.

Mil coincidencias tuyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora